AFP
Las zapatillas se vengaron de las sandalias: los corredores de la comunidad rarámuri, a pesar de su resistencia legendaria, fueron dominados en su tierra por atletas de México y otros países durante el mítico ultramaratón Caballo Blanco, en la Sierra Tarahumara del noroeste.
En total 406 atletas completaron el domingo carreras de 80, 40 y 21 km, según los organizadores, bajo un sol abrasador en el cañón de Urique, el más profundo del país (1,700 m), alrededor del pueblo y el río del mismo nombre.
Dylan America, un turista holandés, se registró en el último momento cuando se enteró de la existencia de la carrera mientras estaba de vacaciones en la región con su prometida: “Hacía cuatro meses que no entrenaba”, sonríe feliz al terminar en el noveno lugar en los 21km.
Atletas aficionados de otras partes de México, Estados Unidos y Europa han confraternizado y competido con los corredores rarámuri, para quienes correr es una necesidad diaria.
Los rarámuris han desarrollado extraordinarios sistemas cardiovasculares, dijo el cardiólogo estadounidense Dale Groom en 1971, describiéndolos como “los espartanos modernos” y estimando entonces su población entre 30,000 a 50,000 personas (cifras aún actuales).
El domingo, los rarámuris dejaron escapar la victoria en la categoría reina de los 80 km, conquistada por Júpiter Carera, de la zona metropolitana de Ciudad de México, con tiempo de 6 horas 12 minutos y 53 segundos.
Juan Carlos Carera recuerda haber acompañado a sus padres a los 13 años “a la Ultramaratón de los cañones de Guachochi”, cerca de Urique, en una entrevista con el portal de información Reporte Indigo.
Los dos hermanos se han clasificado para los campeonatos del mundo de carreras de trail y montaña previstos en Innsbruck (Austria) en junio, anunció la organización.
Entre las mujeres, la “estrella” rarámuri María Lorena Ramírez, que aparece en un documental de Netflix, terminó en la novena posición, con fuertes dolores en la rodilla.
Ataviada con su tradicional vestido rojo, Lorena corrió con zapatillas deportivas Nike, y ya no las tradicionales sandalias “huaraches” elaboradas con viejas llantas de auto.
Por su ligereza, los “huaraches” siguen siendo los favoritos de muchos rarámuris. “Casi no uso el tenis (zapatillas). Mis pies no se acostumbran”, comentó Irma Chávez, participante de la media maratón.
– Adiós a las nieves de antaño –
Los rarámuris que participaron en la carrera recibieron paquetes de comida para su comunidad.
“Con esta carrera buscamos traer algo de prosperidad al pueblo tarahumara, por eso repartimos toneladas de víveres y semillas de maíz entre los indígenas que completen la carrera, además de sumas de dinero para quienes queden entre los primeros”, indicó el locutor de la organización.
Hay “pérdidas de cosecha” para esta gente que vive de sembrar maíz en los pliegues de la sierra, lamenta un profesor rarámuri, Martín Chávez: “La lluvia es rara. Llega tarde cuando los maizales se mueren por el calor”, dice, enfatizando que en sus comunidades ya no ven “las nieves que antaño caían” sobre la Sierra Tarahumara.
La policía local y el ejército velaron discretamente por el buen ambiente de la concentración, perceptible durante la fiesta de danza y música del sábado y domingo por la noche.
A pocos kilómetros de Urique, en Cerocahui, en junio fueron asesinados dos jesuitas y un guía turístico. El presunto asesino sigue prófugo.
El ultramaratón Caballo Blanco debe su nombre a su fundador, Micah True, un estadounidense amante del aire libre que lanzó la carrera en 2003.
Su historia y su encuentro con la Sierra Tarahumara fue contada en un libro, “Born to run” (“Nacido para correr”), de Christopher McDougall.
Micah True, que murió en 2012, sintió “una especie de conexión con esta gente y esta tierra: vivir con sencillez, compartir, ser bueno, hacer el bien”, explica uno de sus amigos, Michael Miller.
“Compartir es una verdadera riqueza. Hay mucho de eso en la cultura rarámuri con la que él se identifica”, agrega Michael, quien asumió la dirección de la organización con su esposa Kimberly.
Una estatua en memoria de Micah True (Michael Randall Hickman, su verdadero nombre) fue inaugurada el sábado por la noche frente al ayuntamiento de Urique.