AFP
Con sus estatuas colosales de dinosaurios y sus 17 montañas rusas, “Wonderland Eurasia”, en Ankara, tenía que convertirse en el mayor parque de atracciones de Europa y una “fuente de orgullo”, según el presidente turco Recep Tayyip Erdogan.
En lugar de eso, los costosos tiovivos, que se van oxidando desde el cierre de las instalaciones un año después de su inauguración en marzo de 2019, se han convertido en el símbolo del despilfarro y el exceso de algunos responsables del partido presidencial, el AKP.
La indignación suscitada por la construcción de este inmenso proyecto, tan inútil como oneroso, contribuyó a poner fin al largo reinado de los islamoconservadores en Ankara, donde ganó la oposición en las últimas elecciones municipales en 2019.
Este revés, inédito para Erdogan, también fue un aviso para el jefe de Estado, de cara a una doble elección presidencial y legislativa que se presiente complicada en 2023, con los problemas económicos de telón de fondo.
Los problemas en torno a Wonderland Eurasia surgieron rápidamente. Dos días después de la inauguración del parte, un tren se quedó bloqueado en la parte superior de una montaña rusa. Los pasajeros tuvieron que bajar a pie.
En 2020, Wonderland Eurasia cerró sus puertas, dejando un fuerte sentimiento de amargura.
“Lo que necesitaba Ankara no es un parque de atracciones. Era (una mejora) de los transportes”, lamenta Tezcan Karakus Candan, presidenta de la Cámara de Arquitectos de la capital turca.
“Fue un proyecto extravagante”, añade, recordando que ya había otro parque parecido en la ciudad.
– “Capricho” –
La municipalidad llevó a la justicia a la empresa responsable de Wonderland Eurasia con la idea de conseguir su control y sacar provecho del extenso terreno donde se encuentra. La decisión judicial está prevista el 13 de septiembre.
Según el actual alcalde, de la oposición, Mansur Yavas, este proyecto heredado de su predecesor, Melih Gökçek, costó más de 680 millones de euros (cerca de 800 millones de dólares).
Gökçek, al frente de Ankara de 1994 a 2017, rechaza esa cifra y señala que el coste fue de 420 millones de euros (casi 500 millones de dólares).
La idea era que Wonderland Eurasia ayudara a desarrollar el turismo en Ankara, una ciudad esencialmente administrativa mucho menos frecuentada por los turistas que Estambul o las localidades balnearias del sur del país.
Gökçek afirmó que el parque atraería a 10 millones de visitantes anuales a Ankara. Fueron la mitad en 2019.
Para Güven Arif Sargin, profesor de Arquitectura en la Universidad técnica de Oriente Medio, en Ankara, querer hacer de la capital un centro turístico era un “capricho pueril”.
Para los detractores de Erdogan, este proyecto se ha convertido en un símbolo del abismo que existe entre la clase dirigente y las preocupaciones de la población.
“Melih Gökçek refleja la manera en la que las administraciones locales del AKP traicionan a las ciudades, en las que actúan para implantar un proceso de saqueo”, estima Candan.
Pero para muchos habitantes de Ankara, el principal error de Gökçek no fue llevar a cabo una costosa instalación, fue haber destruido un espacio natural vinculado al fundador de la República, Mustafa Kemal Atatürk.
En la “granja del bosque de Atatürk”, iniciada en 1925, había un zoo y unos huertos. El fundador de la República creó el espacio para responder a las futuras necesidades agrícolas de la capital.
Para los opositores del proyecto, la construcción de un parque de atracciones en este lugar simbólico forma parte de la campaña del gobierno para borrar el legado de Atatürk.