La artista puertorriqueña Karla Ortiz ve la IAG como un robo de identidad

AFP

Para la artista puertorriqueña Karla Ortiz, el desarrollo de programas de Inteligencia Artificial Generativa (IAG), capaces de imitar hasta el infinito el estilo de artistas de carne y hueso, no es más que un robo de identidad.

Nacida en Puerto Rico y radicada en California, Ortiz es una diseñadora, ilustradora y pintora que ha trabajado para Ubisoft (videojuegos), Marvel Studios (Dr Strange) y editoriales (como Wizards of the Coast, la editora del juego de cartas Magic), y expuesto en diferentes galerías.

Pero ahora su profesión podría verse completamente interrumpida por IAG, la tecnología detrás de aplicaciones como ChatGPT, que puede generar contenido nuevo, desde ilustraciones y poemas hasta códigos de computadora, recopilando información en internet.

En abril de 2022, Ortiz descubrió Disco Diffusion, una de esas herramientas de IAG que produce imágenes en segundos a partir de una simple solicitud descriptiva.

“Al principio pensé que era una experiencia interesante”, recuerda, antes de darse cuenta de que esta herramienta de IAG estaba usando el trabajo de muchos de sus amigos, sin que ellos lo supieran.

Pidieron que sus obras no alimentaran el modelo. En vano. “Hay tantos robos en nuestra industria… Lo dejamos pasar”, admite.

Pero a fines de 2022, la explosión de programas de IAG como Midjourney y Stable Diffusion, que pueden generar imágenes “al estilo” de tal o cual persona, le mostró realmente la magnitud del fenómeno.

“Todas las obras que me pertenecen fueron usadas para alimentar esos programas. Quedé impactada. Esta es mi obra personal, no imágenes comerciales que pertenecen a las editoriales”, dice.

– “El canario de la mina de carbón” –
En su estudio, de pie entre su caballete y su computadora, Ortiz le da los últimos toques de pintura al óleo a su última obra, “Musa Victoriosa”, una mujer rodeada de águilas, blandiendo una corona de laurel.

Esta musa, que se utilizará para ilustrar una aplicación de protección de derechos de autor, encarna a los artistas que desafían la tecnología.

Pero, ¿acaso los humanos, como las máquinas, no se inspiran también en el trabajo de otros?

“Es un malentendido clásico”, responde Ortiz. “El solo hecho de mirar una pintura que me gusta mucho, no significa que archive esa influencia y que automáticamente se convierta en parte de cómo pinto”.

“Hay influencias en el arte, pero también tu formación, tu vida, tus vivencias, tus emociones, esa humanidad que filtra la inspiración y que al final crea tu propia voz”, afirma.

Le preocupan los jóvenes que necesitan tiempo al inicio de su carrera para “encontrar su identidad visual”.

Junto con otros artistas, Ortiz presentó una demanda en un tribunal federal en California contra tres empresas de IAG, con la esperanza de que algún día se regule la industria.

Esta lucha ha fortalecido los lazos entre todos los creadores, asegura.

“Veo que más escritores y también actores de doblaje están muy preocupados por la tecnología que puede tomar tu voz e imitarla perfectamente”, señala Ortiz.

Los inversionistas de Silicon Valley “quieren expandirse a casi todos los esfuerzos creativos”, advierte. “Nuestra profesión se automatizó primero, así que nos convertimos en el canario de la mina de carbón”.