AFP
“¿Se puede reescribir la historia?”, se pregunta la directora española Elena López Riera con el filme “El agua”, presentado en Cannes este viernes, donde mezcla realidad y leyendas en torno a una adolescente que quiere romper moldes.
La película, programada en la Quincena de Realizadores, narra la historia de Ana en Orihuela, un pueblo del este de España que vive de la agricultura pero donde las lluvias suelen hacer estragos.
El miedo a las riadas hace que surjan extrañas creencias, como la de las mujeres que desaparecen arrastradas por el agua. Ana, muy unida a su abuela, siente en ella el peso de esta leyenda y tiene que afrontarlo.
López Riera, cuyos primeros cortometrajes ya tenían una visión un poco antropológica, se centra en estas tradiciones que, según ella, “siempre van recayendo en controlar el cuerpo de la mujer, el deseo, sus libertades”.
“La protagonista es una chica de 17 años que tiene que acarrear toda esa educación, esa herencia, unos miedos que le han sido transmitidos”, dice a la AFP la directora, de 40 años.
Estas creencias populares, como la de la misteriosa mujer “con agua dentro” y que la propia directora oyó cuando era pequeña, parecen bien arraigadas y, en algunos casos, pueden influir la vida de estas personas.
Es un poco lo que le sucede a la familia de Ana. Su madre y su abuela, y ahora ella, llevan sobre sus espaldas, y a los ojos de los vecinos del pueblo, el peso de la leyenda.
“Con la película he querido crear un poco de esperanza y pensar que, en realidad, no es tan fácil deshacerse de la herencia, pero que también podemos interrogarla y podemos darle la vuelta”, asegura.
– Sin futuro –
Con la historia de Ana, y de sus amigos, la directora también ha querido indagar “qué margen de maniobra tiene cada generación para cambiar” este legado.
En el pueblo, bajo el calor abrasador del verano, este grupo de adolescentes tiene pocas perspectivas. Más allá de las fiestas, las relaciones amorosas y algún trabajo precario veraniego, no ven hacia dónde dirigirse.
López Riera explica que se dio cuenta de ello cuando, durante la preparación del filme en plena pandemia, estos jóvenes no se proyectaban más allá de algunas semanas.
No se podía hablar de futuro, ni siquiera de un mal futuro, “porque no tenían la idea de futuro”, apunta.
El filme mezcla imágenes reales de las riadas y los destrozos, procedentes de informativos, con momentos más oníricos y fantásticos, “una apuesta arriesgada” para una ópera prima, reconoce la autora.
También incluye testimonios de mujeres –entre las que se encuentra la madre de la directora– que cuentan a la cámara su propia versión de las leyendas populares, en unas emotivas imágenes que rompen con la linealidad de la historia.
“Estas mujeres necesitan que lo fantástico se integre en su vida, porque es una vida muy dura en muchos casos”, recalca López Riera. Lo fantasmagórico ”se convierte en una necesidad para huir de esa realidad”, añade.
Por eso, aunque le aconsejaron que no intercalara los testimonios directos de estas mujeres, ella quiso recuperar estas palabras y ponerlas bien en relieve para que tuvieran “el lugar y la dignidad que se merecen”.