AFP
El excremento de ballena desempeña un papel importante en la producción de fitoplancton y, por lo tanto, mitiga la huella climática del cetáceo, muestra un nuevo estudio noruego.
Por primera vez, investigadores del Instituto noruego de Investigación Marina estudiaron la concentración de nutrimentos en el excremento de ballena, antes de que se disuelva en el mar.
“Puede parecer asqueroso, pero para el ecosistema (el excremento de ballena) vale su peso en oro”, señaló el Instituto en un comunicado publicado el jueves.
“La idea es simplemente que esos excrementos fertilizan los océanos, como las vacas o las ovejas lo hacen en la tierra”.
Los investigadores analizaron las heces de los rorcuales arponados por balleneros. Noruega es uno de los pocos países del mundo que autoriza la caza comercial de estos cetáceos.
Los cerca de 15,000 rorcuales que emigran cada verano al archipiélago noruego de Svalbard, en el Ártico, liberan cada día unas 600 toneladas de excrementos en la superficie del agua (unos 40 kilos por animal).
Según el estudio, estos excrementos diarios liberan unas 10 toneladas de fósforo y siete de nitrógeno, nutrientes esenciales para el crecimiento del fitoplancton, algas microscópicas que absorben dióxido de carbono mediante fotosíntesis y lo convierten en oxígeno.
Los científicos concluyeron que los excrementos de ballena aportaban entre el 0,2 y el 4% de la producción primaria diaria (producción de fitoplancton) en la región de Svalbard.
“La contribución real de las ballenas es probablemente mayor porque estas estimaciones no incluyen la orina, que es muy rica en nitrógeno”, dijo a AFP Kjell Gundersen, director de la investigación.
Cada rorcual común libera “varios cientos de litros de orina” por día.
“Si hay menos ballenas, existe el riesgo de que haya menos fertilización de la superficie de los océanos”, dijo Gundersen.
“Una mayor producción de fitoplancton significa que se absorbe más CO2”.
“Es positivo para el clima”, dijo. “Pero no conocemos el balance de las ballenas en término de gases a efecto invernadero”, por que los cetáceos también emiten metano por sus procesos biológicos.