AFP
El artista y disidente chino Ai Weiwei, conocido defensor de los derechos humanos, debuta este martes en Roma con la puesta en escena de la ópera de Giacomo Puccini, “Turando”, marcada por el derramamiento de sangre y el despotismo.
El nuevo enfoque geopolítico de la ópera inconclusa de Puccini, sobre la muerte, el odio y la venganza, con la directora de orquesta ucraniana Oksana Lyniv, resulta de gran actualidad.
Desde las siniestras cinco notas iniciales, el público se sumerge en un mundo incierto y violento.
Ai Weiwei, de 64 años, célebre por sus instalaciones, sus gigantescas esculturas e impactantes fotografías que denuncian torturas y atrocidades, no da tregua al espectador.
La presencia en el podio de la ucraniana Lyniv, recuerda también que la guerra y el sufrimiento rondan por Europa.
“No cabe en la imaginación que estemos en medio de un conflicto”, reconoce Ai Weiwei en una charla con los periodistas la semana pasada al hablar de la invasión rusa de Ucrania.
“Es que en este momento hay gente que está en medio de una batalla en Europa. Más de tres millones de ucranianos han huido debido a la guerra provocada por Rusia”, lamentó.
– La amenaza omnipresente –
La oscura ópera de Puccini cuenta la historia de una cruel princesa china que exige a sus pretendientes que respondan a tres acertijos si quieren casarse con ella y en caso de no lograrlo, morirán.
En la versión concebida por el artista chino aparecen refugiados, víctimas sacrificiales, que conectan al espectador con el clima amenazante de estos días.
Detrás del escenario, sobre las ruinas de una ciudad futurista, Ai Weiwei proyecta imágenes angustiosas tomadas de noticias recientes: trabajadores de hospitales enmascarados y cubiertos por trajes de protección, refugiados atravesando ríos helados, policías antidisturbios enfrentándose a manifestantes de Hong Kong o inmigrantes rodeados de cercas de alambre de púa.
En el tercer acto, mientras el coro canta “estamos perdidos”, las imágenes de la represión, los garrotes y gases lacrimógenos, invaden la pantalla y los corazones.
Para Lyniv, de 44 años, el fuerte simbolismo visual de Ai Weiwei encaja perfectamente con las intenciones de Puccini.
“Desde los primeros compases se siente el carácter apocalíptico”, sostiene Lyniv sobre la obra que Puccini no pudo concluir debido a su muerte en 1924.
Lyniv, que pasó a la historia en enero al ser la primera mujer a cargo de un teatro lírico de Italia, el de Bolonia, es originaria de Brody, a unos 100 kilómetros al este de Leopolis.
La música contó que varios miembros de la orquesta, del cuerpo de baile y del coro de Odessa están defendiendo a la ciudad asediada por las tropas rusas.
Sin un “final feliz”, como pretendía Franco Alfano, contemporáneo de Puccini, la Turandot de Ai Weiwei deja libre al espectador de decidir el epílogo, de escoger el propio destino.
Interroga sobre “cuál es el papel que quieres tener en esta sociedad”: el de la tiránica princesa Turandot, el del príncipe Calaf dispuesto a arriesgar o el de Liu, que se sacrifica por amor, resume Lyniv.