AFP
El 42 Festival de Cine de La Habana enciende al fin este viernes los proyectores, después de sortear 22 meses de pandemia, crisis económica y tensiones políticas, aún latentes.
“Lo importante es no renunciar al festival”, hacerlo a pesar de todo, acorde al momento, sin que sea contraproducente por “tantas carencias”, “dificultades” y “necesidades”, dice a AFP su presidente, Iván Giroud.
El festival de cine latinoamericano de La Habana, tuvo en diciembre de 2020 una primera fase de exhibición de filmes que no entran a concurso. Ahora que el covid-19 parece controlado en Cuba, tendrá su segunda etapa durante una semana con películas que estarán en competencia.
Las dos fases de esta 42 edición del festival tienen lugar en medio de tensiones políticas en el campo de la cultura en la isla.
“Estamos conscientes que cualquier cosa puede provocar un incidente, puede provocar una situación más de roce, tratamos de evitarlo, pero son problemas que están latentes en la realidad”, dice Giroud.
Aún está fresco en la memoria el inédito plantón del 27 de noviembre de 2020 de unos 300 jóvenes artistas frente al Ministerio de Cultura reclamando libertad artística y diálogo.
Entre los manifestantes había varios cineastas y dos prominentes figuras del cine actuaron como mediadores con las autoridades: Fernando Pérez, el principal director vivo de Cuba, y el famoso actor Jorge Perugorría.
– “Festival muy experimental” –
Muchos de los participantes en ese plantón consideran que los problemas siguen latentes, pues el verdadero diálogo aún no llega y no descartan otras posibles acciones.
“Hay que aprender a vivir” con esos problemas, hasta ahora ausentes de la realidad cubana, “hay que aprender a gestionarlos, hay que aprender a dialogar”, añade Giroud.
Con caída de la economía un 11,3% en 2020 y una contracción aún mayor en el primer semestre de 2021, pensar en un festival de luces sería “un delirio”, apunta Giroud.
“Ha sido muy difícil porque no sólo está ese problema, también está la poca cantidad de vuelos que hay (…) el precio de los boletos también”, agrega.
En enero, el gobierno cubano aplicó una reforma monetaria que desató una galopante inflación informal de 6.900%.
“No sabemos hoy cuánto cuesta el festival, tampoco creo que lo sabremos cuando termine, por el tema de la inflación”, dice Giroud con amargura.
Por eso “es un festival muy experimental para nosotros también. Hemos sido muy prudentes al proponernos lo que creemos que puede ser posible en estos momentos”, añade.
– “Otras prioridades” –
Uno de los más importantes de la región, el festival de La Habana se caracteriza sobre todo por su tradicional gran afluencia de público a las salas, por lo que sus realizadores descartan la versión no presencial.
Quince salas de cine trabajarán con un aforo de 50% de su capacidad y proyectarán 163 filmes, de los cuales 102 competirán por los premios Coral, máximo galardón de este festival.
El resto de las películas, muy seguidas por el público, son muestras, homenajes y otras sesiones que despiertan gran interés.
Hay 18 premios Coral en juego en largometraje de ficción y documental; corto y mediometraje de ficción y documental; ópera prima; animación, guión, cartel y post-producción.
Pero la perla del festival es la competencia de largometraje de ficción, donde disputan el Coral 16 filmes de Argentina, Brasil, México, Chile, Venezuela y República Dominicana.
El estado cubano es el principal sostén de Festival desde su fundación en 1979.
Pero también tiene importantes patrocinadores como la embajada de Suiza en Cuba y la agencia para el Desarrollo y la Cooperación de ese país, según el sitio del festival.
Además cuenta con el apoyo de la fundación de la Sociedad General de Autores y Editores de España y 18 colaboradores, casi todos extranjeros.
“A partir de ahora tendremos que pensar qué dimensión, hasta dónde podemos llegar. El festival es muy importante, por supuesto, pero el país también tiene otras prioridades. Entonces, ¿cómo encaja eso dentro de un diseño global de país?”, se pregunta Giroud.