AFP
Karmila Purba hace rugir su motocicleta y comienza a rodar inclinada horizontalmente en un gran cilindro de madera, el “Barril de Satanás” de una feria nocturna, dejando a los espectadores sin palabras.
Con una sonrisa y sin miedo aparente, la motorista acróbata traza círculos horizontales y extiende los brazos para recibir los billetes que lanza el público en la ciudad indonesia de Bogor, de la provincia de Java occidental.
La intrépida que desafía la gravedad forma parte de un club muy pequeño de mujeres en Indonesia que ejecutan este número, llamado también el “Muro de la Muerte”.
Las mujeres que se atreven a conducir en el “Muro de la muerte” son “muy pocas”, indica la joven de 23 años a la AFP. “Cuando empecé, no había nadie más (…) que quería hacer algo diferente, algo que nadie más estaba haciendo”.
El “Barril de Satanás” o “Tong Setan” es, desde hace décadas, la principal atracción de las ferias en el archipiélago del sudeste asiático, sobre todo en las zonas rurales donde los espectáculos son escasos.
Los motociclistas utilizan la fuerza centrífuga para hacer girar su bólido a toda velocidad, sin equipo de protección, lanzando un fuerte olor a neumáticos.
– ¿Por qué hacer algo así ? –
Karmila Purba creció en la pobreza y vivía de la mendicidad en la isla de Sumatra antes de iniciar hace ocho años esta carrera, que le permite ganar unos 6 millones de rupias al mes (413 dólares).
También recibe hasta 400.000 rupias (28 dólares) de propina en los “días buenos”.
Sin embargo, sus comienzos fueron difíciles en el país musulmán más grande del mundo, con valores muy conservadores.
“Me han criticado mucho. La gente me decía: +Eres una mujer, ¿por qué hacer algo así? No es para mujeres jóvenes+”, explica.
Pero los aficionados finalmente comenzaron a apreciarla y la apodaron “la princesa del Muro de la Muerte”. Así se convirtió en una de las estrellas de la feria.
“Una motociclista mujer en el Barril de Satanás es muy interesante y representa una de las principales atracciones de este mercado nocturno porque la gente es curiosa” y quiere verla en acción, explica Sumarno, un espectador.
“No pueden creer que una mujer haga algo tan extremo”, subraya a la AFP.