AFP
Cuando la mayor barriada pobre de India superó la pandemia, algunos de sus jóvenes sacaron sus teléfonos móviles para escribir, filmar y difundir un triunfal video de rap.
“Al principio teníamos miedo, ¿qué nos va a pasar? Pero nos quedamos con los doctores (…) Ahora es tu turno”, cantan los jóvenes en el video.
“Lo logramos”, “Kar Dikhaya” en lengua hindi, mostró talentos nuevos y fue elogiado por celebridades, pero la meta de sus creadores fue combatir el estigma que persigue a este rincón densamente poblado de Bombay.
En la barriada de Dharavi vive alrededor de un millón de personas, muchos de ellos en pequeños tugurios, y comparten inodoros comunales.
Sus callejones laberínticos han sido asociados con la suciedad y la enfermedad, pese a su impresionante logro en combatir el covid-19, y sus vecinos enfrentan una discriminación constante.
Pero Ayush Tegar Renuka, un estelar alumno de la academia de hip hop del Proyecto Sueño de Dharavi, dijo a AFP que se siente “muy orgulloso” de pertenecer a la comunidad.
“El Dharavi que aparece en la televisión y el Dharavi real son lugares muy diferentes”, aseguró el joven de 16 años.
Ayush incursionó en el rap hace tres años, pese a los llamados de su madre para que desistiera por temor de que terminara en el hospital.
Como ella, muchos padres estaban inicialmente renuentes a inscribir a sus hijos en las clases gratuitas de la escuela, al considerar al hip hop peligroso, una distracción de sus tareas o una pérdida de tiempo.
Pero la cofundadora del Proyecto Sueño de Dharavi, Dolly Rateshwar, estaba decidida a cambiar su opinión.
Rateshwar, hija de un sacerdote hindú, estaba nerviosa al incursionar en el barrio, pero pudo conectar con los adolescentes que conoció.
“Fui criada en una familia muy conservadora, no sabía que había un mundo tan grande allá afuera”, dijo a AFP la mujer de 38 años.
“Me preocupaba que estos chicos perdieran oportunidades en la vida porque no conocen las oportunidades que existen para ellos”.
– Sin confianza –
La escuela abrió en 2015 para ofrecer lecciones gratuitas de breakdance, beatbox y rap para unos 20 estudiantes, con financiamiento del gigante Universal Music y del emprendimiento digital Qyuki, donde trabaja Rateshwar.
El proyecto fue elogiado por íconos musicales como el compositor A.R. Rahman, ganador de un Oscar, con lo cual creció rápidamente, y alumnos jóvenes como Joshua Joseph, conocido ahora como MC Josh, usan el hip hop para contar sus historias.
Pensó que si los raperos negros de Estados Unidos llamaron la atención sobre el racismo, el hip hop podía hacer lo mismo con las grandes desigualdades y maltratos que sufren las comunidades marginales de India.
“Mi nivel de confianza era cero antes de empezar a hacer rap. La escuela cambió mi vida”, contó el joven de 21 años.
Cuando apareció el covid-19, los ingresos del rapero colapsaron de la noche a la mañana debido al estricto cierre que enfrentó Dharavi durante meses.
Las autoridades de Bombay entendieron que la barriada era clave para derrotar a la pandemia, y lanzaron la “Misión Dharavi”, con acciones agresivas de renovación sanitaria de inodoros, vigilancia de síntomas e instalación de sitios de cuarentena, al tiempo que la población debió permanecer en casa.
Para finales de junio de 2020, Dharavi registró solo 82 muertes, una fracción de las más de 4.500 muertes de Bombay.
Al igual que los pobladores del barrio, el personal de la escuela no se dejó intimidar por el virus, y comenzó a dar clases virtuales cuando se dio la primera ola de infecciones el año pasado.
En media pandemia, Rateshwar se percató de que la academia podía aumentar aún más su alcance, y lanzó por Instagram una invitación para que cualquier persona en cualquier lugar se uniera a sus clases.
Recibió 800 respuestas en las primeras 24 horas.
Un año después, la escuela tenía 100 alumnos que asisten a las clases en línea, la mitad de ellos de Dharavi, y otros 300 que ingresan ocasionalmente, incluso desde otros países.
– Estrellas del futuro –
Sin embargo, el foco de Rateshwar se mantiene sobre los estudiantes de la barriada de Bombay, para asegurar que sus voces sean escuchadas y que sus perspectivas futuras estén seguras.
“Obviamente todos quieren convertirse en superestrellas, pero también les puedo contar sobre carreras alternativas en la industria musical, como gerentes de artistas o empleos en redes sociales”, indicó.
“Sobre todo quiero que se sientan orgullosos”.
Para el profesor de breakdance Vikram Gaja Godakiya, de 21 años, la escuela es mucho más que el salario que recibe.
“La gente siempre ha sido injusta con Dharavi”, dijo a la AFP al contar cómo la pandemia hizo que los empleadores desistieran de contratar a la gente de las barriadas pobres.
Cuando Godakiya comenzó a hacer breakdance en secreto nueve años atrás, no se imaginó que podría ganarse la vida con eso.
“El break le dio sentido a mi vida. Quiero que mis alumnos sepan que pueden hacer cualquier cosa si le dan el 100 por ciento”, aseguró.