Joyas imperiales y un gran zafiro, estrellas de las subastas de Ginebra

AFP

Joyas adornadas con 38 suntuosos zafiros usadas por la hija adoptiva de Napoleón y el zafiro más grande de Cachemira –que perteneció a la heredera de la cervecería Guinness– rivalizarán en las tradicionales subastas de mayo en Ginebra.

En el programa de estos remates, organizados el 11 y 12 de mayo por las dos grandes casas Sotheby’s y Christie’s, figuran varias joyas históricas.

Con motivo de la conmemoración de los 200 años de la muerte de Napoleón, Christie’s subastará nueve joyas imperiales adornadas con zafiros y diamantes, procedentes de la colección de su hija adoptiva, Stéphanie de Beauharnais.

Las nueve piezas, entre ellas una tiara (estimada entre 154.000 y 275.000 dólares), un collar (entre 197.700 y 351.500 dólares) y un par de pendientes (entre 33.000 y 49.400 dólares), “han permanecido en la misma familia desde que Stéphanie de Beauharnais las recibió como regalo de bodas en el palacio de las Tullerías”, explicó a la AFP Marie-Cécile Cisamolo, especialista de Christie’s. 

Si bien no se ven más tiaras en los salones de la alta sociedad europea, no cabe duda de que encontrará comprador, según la experta. “A muchos asiáticos les gusta llevar estas joyas para los acontecimientos importantes de su vida”, explica.

No menos de 38 zafiros originarios de Sri Lanka fueron utilizados para crear este aderezo a principios de 1800.

Además de su valor histórico, estas joyas de gran finura también tienen un valor intrínseco debido a su azul natural, ya que generalmente los zafiros son sometidos a un tratamiento térmico para acentuar su color.

Esta colección histórica incluye también una importante corona de zafiro de María II, reina de Portugal (mediados del siglo XIX), engastada en el centro con un notable zafiro de Birmania y estimada entre 186.700 y 384.500 dólares.

Sotheby’s propondrá también el zafiro más grande de Cachemira jamás subastado (entre 2 y 3 millones de dólares). Esta piedra de 55,19 quilates es de un hermoso azul aterciopelado, como todos los zafiros de esta región.

Tras su descubrimiento a principios de la década de 1880, la explotación de los zafiros de Cachemira duró sólo cinco años, entre 1882 y 1887, haciendo de estas piedras preciosas algunas de las más codiciadas en el mercado, según la casa de subastas.