AFP
La de Yakari, joven indio sioux dibujado en Suiza, es una historia de éxito discreta. Con su universo bondadoso y sus animales que hablan ha vendido cinco millones de cómics en los últimos 50 años y el miércoles llega a la gran pantalla.
El joven sioux y su pony “Pequeño relámpago”, cuyas aventuras a través de los míticos paisajes del oeste estadounidense transcurren en viñetas con mucho espacio y diálogos simples, acompañan cada año a miles de niños en sus primeros pasos en la lectura. Ha sido traducido a 19 idiomas.
Un éxito que se remonta a los años 50 del pasado siglo, bajo la pluma de dos suizos, figuras del cómic clásico francés: Derib, el dibujante, y Job, el guionista. Este último, nonagenario, pasó el testigo recientemente.
“Yakari y el bisonte blanco”, “Yakari y los Castores”, “En el país de los lobos”. En cada una de sus historietas, a menudo mezcladas con magia, el pequeño indio descubre un nuevo animal, reflejo de sus preocupaciones ecologistas.
Y con 75 años, Derib (Claude de Ribaupierre), instalado en plena naturaleza en su casa natal de La Tour-de-Peilz, a orillas del lago de Ginebra, continúa ocupándose de Yakari. Ha supervisado su adaptación en dibujos animados para el cine, “Yakari, la gran aventura”, que se estrena el miércoles, y dibujó el tomo 41, previsto para finales de año.
“Este mundo me acompaña desde hace 50 años”, explica a la AFP, y confiesa que no es un gran viajero y nunca ha visitado Estados Unidos. Fanático de las películas westerns, se enamoró de los amerindios, en los que sigue inspirándose para dibujar, entre seis y ocho horas al día, en su casa.
Admirador de Franquin (autor de los cómics Spirou o Tomas el gafe), que se convirtió en su amigo, debutó junto al dibujante Peyo, un maestro exigente, al que acompañó durante dos años en Bruselas.
“Me integré en la familia del cómic muy pronto”, explica este representante suizo de las historietas francófonas, que siempre quiso dibujar la naturaleza. Aficionado a los caballos (tuvo durante treinta años), reconoce un “vértigo” respecto al éxito de Yakari, sus cinco millones de álbumes vendidos y su “posibilidad de tener a un público que le sigue”.
– Valores humanistas –
En las librerías, este clásico se vende generación tras generación, analiza el librero especializado en el cómic Marc Szyjowicz, director de las librerías BDNet.
Él mismo no duda en recomendarlo: “Los niños se meten en la historia, creen completamente en ella, está lleno de cultura amerindia”. “Es una historieta de calidad que es importante tener en su colección y que, sorprendentemente, ha logrado no envejecer”.
Éxito que se confirma con 100.000 volúmenes vendidos al año, según su editor. Mientras que en Alemania, los dibujos animados de Yakari difundidos en la televisión lo han convertido en una estrella, quizás más conocido que en el mundo francófono.
Responsable de la adaptación televisiva, Xavier Giacometti, guionista del número 41, tomó las riendas de la película “Yakari, la gran aventura”. Se aseguró de conservar “los grandes valores humanistas” del pequeño héroe, siempre con una pluma de águila en la cabeza, incluida “la armonía entre el hombre y la naturaleza”.
El largometraje animado, lejos de las producciones de los grandes estudios, respeta escrupulosamente el universo del joven sioux. “El truco de Yakari es que no hay verdaderos villanos. Hay pumas, depredadores… pero actúan o por estupidez o por ignorancia”, explica el director.
“Es el ADN de Yakari: dejamos espacio para la imaginación de los niños, no los tomamos por idiotas”
Derib, por su parte, espera que con las crisis sanitarias y climáticas, “los valores de Yakari vuelvan: hay que olvidarse de triunfar en la vida, de ganar dinero, y volver a lo esencial”.