AFP
Tras meses de ofensiva militar en Ucrania, las ventas de antidepresivos y las consultas al psicólogo se han disparado en Rusia. La angustia cada vez es más importante entre los rusos, atrapados por un conflicto que han querido ignorar.
El anuncio, a finales de septiembre, de la movilización de cientos de miles de reservistas hizo que el conflicto entrara directamente en las familias en Rusia, donde el Kremlin minimizaba el impacto en su población.
La duración del conflicto y las declaraciones cada vez más alarmistas de Moscú sobre una amenaza nuclear contribuyen también en el aumento de la preocupación de los rusos.
Desde el anuncio de la intervención, el 24 de febrero, Vasilina Kotova, una moscovita de 22 años, recuerda haberse quedado “totalmente paralizada”.
“Durante dos meses, no salí de casa, nada tenía sentido”, explica a la AFP esta estudiante en Informática, que afirma que “sobrevive gracias a los antidepresivos, como muchos de sus amigos”.
“Al principio piensas que te has salvado, que a ti no te ha tocado personalmente y que tus amigos están locos de irse del país”, dice esta mujer rubia de tez pálida. “Y de repente, la idea de que la loca eres tú empieza a angustiarte”, cuenta.
Su inquietud fue a más con el anuncio de la movilización, al temer que su padre y su hermano fueran reclutados.
Vasilina dice que también “se sintió muy mal” con las acusaciones –sin fundamento– de Moscú sobre una “bomba sucia” que Kiev estaba a punto de usar.
“Entonces mi madre entró realmente en pánico”, recuerda.
– Refugio antiaéreo –
A finales de septiembre, tras el anuncio de la movilización, 70% de los rusos dijeron estar “angustiados”, un nivel récord jamás registrado por el instituto de sondeo FOM, favorable al Kremlin.
Un mes después, el Centro Levada, un instituto independiente, informó que casi 9 de cada 10 rusos decían estar “preocupados” por la situación en Ucrania.
Y las últimas declaraciones del Kremlin no ayudaron a calmar a la población.
A finales de octubre, cuando el presidente Vladimir Putin afirmó que el mundo atraviesa “su década más peligrosa, la más imprevisible (…) desde la Segunda Guerra Mundial”, unos vecinos de Vasilina empezaron a construir un refugio antiaéreo en el aparcamiento subterráneo de su edificio.
En este contexto, los gastos por antidepresivos se han disparado 70%, y un 56 % para los calmantes, en los primeros nueve meses del año, en comparación al mismo periodo en 2021, según las autoridades.
El servicio de consultas psicológicas en línea YouTalk ha visto “el número de sus demandas aumentar 40%, desde la movilización”, indica a AFP su cofundadora, la psicóloga Anna Krymskaya, con “un aumento de 50% del número de personas que se quejan de depresión”.
Esta tendencia afecta tanto a los que se oponen a la ofensiva como a los que la apoyan.
– “Todos están preocupados” –
Tras el inicio del conflicto, Ilya Kaznacheyev estaba “feliz y orgulloso” de su país. Pero desde los primeros reveses de las fuerzas rusas, a finales de marzo, dice sentir una “angustia permanente”.
“¿Qué puede haber peor que una guerra que empieza? Una guerra que se pierde”, asegura este hombre moreno con barba y gafas a la moda, desde una butaca de la librería conservadora Listva, en Moscú.
El hombre, de 37 años, se plantea tomar antidepresivos, pero le preocupa que haya “escasez de medicamentos” importados debido a las sanciones occidentales contra Moscú.
El antidepresivo Zoloft, muy conocido, ya no se encuentra en las farmacias. Los rusos “se han precipitado a hacer reservas junto a otros medicamentos que todavía están disponibles”, dice a la AFP Oleg Levine, un destacado neurólogo moscovita.
“Han hecho bien”, agrega.
“Ya estés a favor o en contra de la operación (en Ucrania), todos están preocupados por su futuro”, resume el especialista, que ha visto cómo el número de sus pacientes que toman antidepresivos aumentaba una cuarta parte desde febrero.
A finales de octubre, 57% de los rusos decían estar “a favor de negociaciones con Kiev”, es decir nueve puntos más que el mes anterior, según el Centro Levada.
Los psicólogos también se preocupan por los efectos a largo plazo.
Amina Nazaraliyeva, psicóloga-sexóloga de la clínica privada Mental Health en la capital rusa, teme ya el regreso de los reservistas. Muchos de ellos sufrirán “trastornos de estrés postraumático y alcoholismo”.
“Todo el país estará traumatizado por mucho tiempo”, zanja.