AFP
Israel es uno de los últimos lugares donde la gacela de las montañas vaga en estado salvaje, pero como su hábitat natural se reduce bajo la presión del desarrollo humano, los ecologistas están trabajando para tratar de salvar a esta especie amenazada de extinción.
En el Bosque de los Mártires, al oeste de Jerusalén, el ecologista israelí Guy Dovrat avanza entre los pinos para recuperar heces de gacelas. “Es un animal muy discreto”, asegura el profesor, de 42 años, que dirige un estudio sobre la alimentación de las gacelas en el centro de investigación agrícola israelí Volcani.
Después de una corta caminata entre los senderos y los follajes, Dovrat y su equipo llegan a una “parada”, como las denominan los investigadores, donde son visibles pequeñas bolas oscuras depositadas por los antílopes.
Es la prueba, dice, que el mamífero -con cuernos, cuerpo marrón esbelto y patas finas-, que normalmente vive en la sabana, “se adapta” al ecosistema de este bosque de seis millones de árboles plantados desde 1951, que simbolizan los seis millones de judíos que perecieron durante la Shoah.
Con la ayuda de una pequeña pala, Ori, que con su post-doctorado forma parte del equipo, toma algunas heces y las vierte inmediatamente en una bolsa, bajo la mirada atenta de Dovrat.
Estas muestras se limpiarán y analizarán en el laboratorio con la tecnología NIRS (Near Infrared Spectroscopy), espectroscopia del infrarrojo cercano, que permite obtener información sobre la nutrición de las gacelas, indica el investigador.
La idea es entender lo que comen, para hacer que este espacio sea más adecuado para su supervivencia.
Especie protegida en Israel desde 1955, la gacela de montaña, presente en el Levante e inscrita en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, corre el riesgo de desaparecer, alertaron recientemente los científicos.
– Últimos espacios abiertos –
El número de gacelas de montaña en Israel se estima en cerca de 5.000 y tiende a disminuir debido a la urbanización, explican el profesor Yoram Yom Tov, del departamento de zoología de la universidad de Tel Aviv, y el Doctor Uri Roll, de la universidad Ben Gurion de Beersheva, en un estudio publicado en la revista académica Oryx, The International Journal of Conservation.
La construcción de carreteras, ciudades y viviendas en un pequeño país, con una población en rápido crecimiento, redujo su hábitat y provocó una importante fragmentación del territorio, que impide a las poblaciones de gacelas desplazarse y las aísla unas de otras.
También se enfrentan a numerosos peligros como los coches, los depredadores naturales (lobos y chacales) o incluso a la caza, aunque está prohibida en Israel.
Este país es “el último bastión de las gacelas de montaña”, pero “algunas poblaciones declinan a pesar del potencial de reproducción considerable de la especie”, concluye el artículo, que preconiza frenar la expansión urbana.
El mamífero sigue presente en el norte y el sur de Israel, cerca de la costa y en la zona de Jerusalén. Pero los bosques se han convertido en “los últimos grandes espacios donde las gacelas pueden vivir”, explica Dovrat.
Para llevar a cabo su estudio, se asoció con el Fondo Nacional Judío (FNJ), que administra el Bosque de los Mártires.
El equipo del profesor Dovrat también planea instalar cámaras en árboles para captar el movimiento de las gacelas cerca de las “paradas” y estimar su número.