AFP
Altruista y guerrero sobre el terreno de juego y líder y veterano fuera de él, Antoine Griezmann personifica él solo lo que está siendo la selección de Francia en este Mundial-2022, resiliente a pesar de los golpes como el atacante, de nuevo en la cima antes de la semifinal contra Marruecos del miércoles (19h00 GMT).
De Moscú a Doha, el jugador de 31 años ha vivido cuatro años irregulares, con un traspaso fallido al FC Barcelona, un regreso complicado al Atlético de Madrid y la gestión de varias lesiones musculares, las primeras de su carrera.
Pero en Catar, Griezmann parece haber reencontrado el bienestar, mostrando la misma sonrisa que en el Mundial-2018 y una impresionante condición física que le permite multiplicar sus esfuerzos.
“Cuando estoy bien físicamente, mi cabeza va mucho mejor”, contaba el creador de juego a principios de diciembre desde Doha. “Hay cero problemas en mi vida privada, en mi cabeza. Tuve momentos difíciles en Barcelona, después tuve que hacerme pequeño al volver al Atlético. He intentado reencontrarme un poco. Ahora, estoy en plena confianza”.
– La apuesta de Deschamps –
Esta confianza de “Grizi” está ligada a la que Didier Deschamps tiene en él desde hace nueve años: contra Marruecos, Griezmann disputará su 73º partido consecutivo como Bleu sin haberse perdido uno solo. Un récord probablemente inigualable.
“Lo doy todo por la camiseta, por Francia, pero también por él (Deschamps)”, asegura. “Cada partido, cada acción, es como un ‘gracias’ que le envío”.
Previamente goleador fetiche de Deschamps tanto en la Eurocopa-2016 como en el Mundial-2018, Griezmann es ahora el hombre clave en el centro del campo de los Bleus en Catar, más implicado en las labores defensivas pero igual de participativo en la creación ofensiva.
El N.7 ocupa la posición clásica de un N.8, como relevo de Adrien Rabiot y Aurelien Tchouameni, y se trata sin duda de la apuesta más inesperada del seleccionador en esta Copa del Mundo.
Desde los inicios del jugador rojiblanco en la selección en 2014, Deschamps no había alineado nunca a su hombre de confianza en un puesto tan atrasado.
Esta opción arriesgada es consecuencia de la ausencia de profundidad en el centro por las bajas de Paul Pogba y N’Golo Kanté, pero permite a los Bleus disponer de otros tres atacantes: Kylian Mbappé, Olivier Giroud y Ousmane Dembelé. Un desequilibrio asumido pero masterizado.
– Nuevo rol, nuevas responsabilidades –
El éxito es total. Por su volumen de juego, Griezmann registra un número incalculable de balones en el blanco derecho, multiplica las entradas. Y sigue siendo el detonador de las acciones peligrosas, combinando con Mbappé, Dembelé o Giroud, logrando junto a este último el gol de la victoria contra Inglaterra (2-1).
De cara a la semifinal contra Marruecos, Didier Deschamps tiene claro que su equipo necesita a esta gran versión de Griezmann: “Vamos a necesitar que mañana esté tan bien como ha estado.”
“Es el tipo de jugador que realmente puede cambiar el equipo, porque es muy trabajador. Le gusta defender tanto como atacar y ser un creador de juego. Es alguien que siempre piensa en el colectivo por encima de todo”, declaró el martes en rueda de prensa.
Incluso si no ha marcado durante el torneo, Antoine Griezmann no se queda atrás en términos estadísticos. Mejor asistente del Mundial antes de las semifinales, con tres pases decisivos, Griezmann ha adelantado a Thierry Henry en el número de asistencias con la selección, alcanzando las 28.
A su buen humor ha añadido en Catar una nueva responsabilidad en el vestuario, animado por Deschamps: la de líder tanto para los más jóvenes como para los suplentes, dando ejemplo pero también tomando la palabra.
Desde su nueva posición en el campo y desde su rol de líder del vestuario, Antoine Griezmann tendrá el miércoles la oportunidad de guiar a los Bleus hacia la segunda final y, quizás, segundo Mundial consecutivo.