Luis Gómez
El derbi de Madrid, que enfrentó a Atlético y Real, culminó en un empate 1-1 tras un agónico gol de Ángel Correa en el minuto 94. A pesar de la intensidad del encuentro, el partido estuvo marcado por la tensión y disturbios en la grada, especialmente después del gol de Eder Militao que abrió el marcador para los Merengues. La situación se tornó peligrosa cuando aficionados rojiblancos lanzaron objetos al arquero Courtois, lo que llevó a una suspensión temporal del partido.
La primera parte estuvo marcada por un juego cauteloso, donde ambos equipos se estudiaron sin arriesgar demasiado. El Cholo Simeone sorprendió con una formación 4-4-2, dejando atrás su habitual línea de cinco defensores. Julián Álvarez se desempeñó como volante por izquierda, generando las primeras ocasiones del partido. Sin embargo, el encuentro se detuvo casi 20 minutos tras el gol del Real, un momento que alteró el ambiente en las gradas.
El gol de Militao, resultado de un centro de Vinicius, desató la euforia entre los seguidores del Real Madrid. No obstante, la celebración fue opacada por la reacción violenta de algunos aficionados del Atlético, lo que obligó a la intervención del árbitro. La tensión en el estadio fue palpable, y el clima hostil afectó el desarrollo del partido, con jugadores y entrenadores pidiendo calma a la afición.
Una vez reanudado el juego, el Atlético intentó reaccionar y encontró su recompensa en el cuarto minuto de descuento. Ángel Correa, quien entró desde el banquillo, logró igualar el marcador en una jugada que, tras ser revisada por el VAR, fue convalidada a pesar de las protestas. Este empate fue un alivio para el equipo local, que había estado presionando en busca de un gol que les permitiera rescatar al menos un punto.
Con este resultado, ambos equipos se mantienen invictos en la liga, pero no lograron acercarse al líder, el Barcelona. El Real Madrid se queda en segunda posición a tres puntos, mientras que el Atlético permanece en el tercer lugar, a cinco del líder. El encuentro, que prometía ser un gran espectáculo, se vio empañado por los disturbios en la grada y una atmósfera tensa que oscureció el buen juego de algunos jugadores, como Julián Álvarez y Ángel Correa.