AFP
El cineasta norteamericano Matt Dillon sorprendió este martes en el Festival de San Sebastián con su documental sobre Francisco Fellove, un grande de la música cubana que hizo carrera en México y cayó en el olvido hasta que un músico californiano dio con él hace 21 años.
Rodeado de música latina durante su infancia en Nueva York, Dillon se planteó inicialmente un documental sobre los talentosos músicos cubanos emigrados a México en los años 1950.
Pero hablando con los conocedores de aquella época dorada del son, el bolero y el cha cha cha, terminó centrándose en Francisco Fellove, el más exuberante de todos.
“Estaba actuando todo el tiempo, la música salía de él”, recordó este martes en rueda de prensa este actor de 56 años más conocido por sus papeles en “Algo pasa con Mary” (1998) o “Rebeldes” (Francis Ford Coppola, 1983).
Fellove (1923-2013), nacido en La Habana en una familia de rumberos, se destacó de muy joven por su virtuosismo en el manejo del scat, una técnica de improvisación surgida del jazz y consistente en inventar melodías a base de sílabas sin palabras.
Magnético, carismático y autor de todo un clásico de la música cubana como es “Mango mangüé”, el ‘showman’ Fellove emigró a México en 1955 incentivado por otro reputado músico cubano, José Antonio Méndez, y por la sencilla razón de que en La Habana era imposible ganarse la vida cantando.
En México encontró el éxito ansiado, fue elevado a la categoría de “grande” por el productor musical Mariano Rivera Conde, y brilló hasta que a partir de los años 60, el rock y luego las variedades arrasaron con el panorama de la música latina.
Décadas más tarde, en 1999, ‘el Gran Fellove’ era un genio caído en el olvido, cuando el músico y compositor californiano Joey Altruda dio con él y se planteó hacerle grabar el último disco de su vida.
Una aventura en la que lo siguió su amigo Matt Dillon para filmar el proceso, sin tener del todo claro cuál sería el resultado final.
“El documental nació de esa amistad que teníamos y de nuestra afición por el mismo tipo de música”, dijo Dillon.
El desafío era de talla, ya que Francisco Fellove llevaba 20 años sin sacar un disco, y según recuerda el propio director del documental, por momentos “hubo tensión”, porque Fellove andaba algo “oxidado” con las exigencias de un estudio.
Con todo, en la pantalla Fellove luce de buen humor a sus 77 años, pues según el propio Dillon, “tenía el espíritu de un niño”. Así, no para de reír, cantar, improvisar y bromear con su viejo amigo el trompetista Alfredo ‘Chocolate’ Armenteros, otro veterano de la música cubana venido especialmente desde Nueva York para grabar el disco, que verá la luz en 2021.
La cinta se apoya en un rico abanico de testimonios, entre ellos el del pianista Chucho Valdés. El conocimiento de Matt Dillon de aquella generación de músicos cubanos llegó a tal punto que hablaba de ellos “como si te abre el álbum de fotos de una familia”, según la productora mexicana Cristina Velasco.
– La cuestión racial –
De las conversaciones que mantuvo con Fellove, Dillon recordó especialmente las relativas a la discriminación racial que los músicos cubanos negros sufrieron en La Habana de los años 1940 y 1950.
“Había discriminación, me decía ‘soy 100% negro, mi origen es africano’, y hablaba mucho de lo difícil que era a veces, porque había un grado de racismo”.
De manera que todos esos músicos “se fueron a México, porque era un trampolín, porque no había discriminación allí”, y porque en ese país “fueron aceptados con una gran gentileza”.
Matt Dillon debutó en 2002 como director con “City of Ghosts” (La ciudad de los fantasmas), y en 2006 fue merecedor en San Sebastián del premio Donostia en reconocimiento a su carrera. Este martes presentó su película en Sección Oficial, aunque fuera de competición.