El presidente francés, Emmanuel Macron, continúa este martes en Beirut su campaña de presión para que la clase política de Líbano implemente reformas que den respuesta a la cólera de los ciudadanos, un mes después de la mortífera explosión en el puerto de la ciudad.
“Hago una apuesta arriesgada, soy consciente de ello. Pongo sobre la mesa lo único que tengo, mi capital político”, dijo a la web de información estadounidense Politico.
La visita tiene también carácter simbólico para demostrar que los libaneses son “como hermanos para los franceses”, como dijo Macron a su llegada.
El martes anunció estar dispuesto a acoger en octubre en París “una conferencia internacional de apoyo con Naciones Unidas” para recabar fondos para Líbano.
“Hay que seguir movilizando a toda la comunidad internacional”, añadió el presidente francés en un encuentro con representantes de la ONU y de oenegés locales implicadas en el terreno.
El encuentro tuvo lugar en el portahelicópteros “Tonnerre”, que llegó el 14 de agosto con 750 hombres al puerto de Beirut, destruido por la explosión que dejó al menos 188 muertos y más de 6.500 heridos.
Durante su encuentro con representantes de la sociedad civil, el presidente francés estableció un primer balance de las ayudas a Líbano y sobre los problemas de organización que tienen las oenegés.
“El 80% de los medicamentos que llegan a Líbano no están adaptados” a las necesidades reales, lamentó Antoine Zoghbi, el presidente de la Cruz Roja libanesa.
Tras visitar el lunes a Fairouz, considerada a sus 85 años como la mayor cantante árabe en vida, el presidente fue el martes a la reserva natural de Jaj, en el noreste de Beirut, donde plantó un cedro, emblema de Líbano.
Una manera de conmemorar el centenario de la creación del Estado de Gran Líbano el 1 de septiembre de 1920 por parte del general francés Henri Gouraud.
La Patrulla de Francia, del ejército del aire francés, llevará a cabo un vuelo para colorear el cielo de rojo, blanco y verde, los colores de la bandera libanesa.
– “Lo más rápido posible” –
Macron empezará luego la parte más sensible de su visita con las discusiones con los responsables políticos.
Con ellos “mi posición es siempre la misma, la de exigencia sin injerencia”, dijo a su llegada.
El lunes, Macron ya pidió desde Beirut un “gobierno de misión” que empiece a funcionar “lo más rápido posible”, pocas horas después del nombramiento de un nuevo primer ministro Mustapha Adib.
Macron recordó que, en contrapartida a la puesta en marcha de “auténticas reformas” contra la corrupción, sobre todo en los sectores de la energía y de las finanzas, la comunidad internacional prometió desbloquear los fondos que necesita Líbano.
Adlib tiene la desventaja de haber sido elegido, como sus predecesores, por las fuerzas políticas tradicionales, lo que le desacredita frente a los libaneses que consideran a estos políticos responsables de sus males, entre ellos la explosión del 4 de agosto.
En un signo de la voluntad de las autoridades de luchar contra la corrupción, el ministro de Finanzas dimisionario, Ghazi Wazni, firmó el martes contratos con las consultoras KPMG, Oliver Wyman y Alvarez & Marsal para auditar el Banco de Líbano, una de las demandas del Fondo Monetario Internacional y de Francia.
– “Hablar con todo el mundo” –
El martes por la tarde Macron se reunirá con los representantes de nueve fuerzas políticas en la residencia de los Pinos, la del embajador de Francia, como ya hizo el 6 de agosto.
Entre estas fuerzas figura el movimiento chiita Hezbolá, con el que numerosos países occidentales, entre ellos Estados Unidos, rechazan entrar en contacto en particular por sus relaciones con Irán.
Pero Macron defiende su estrategia de “hablar con todo el mundo”, incluido el Hezbolá, “una fuerza política que está representada en el parlamento” aunque dice “desaprobar” una parte del “proyecto” político de este movimiento.