AFP
Cuando las familias aquejadas de malos espíritus acuden él para que las proteja, un respetado místico de Bangladés sabe que sus oraciones no bastarán y los encamina hacia un tratamiento médico, rompiendo los tabúes sobre la salud mental en este país donde se recurre a lo sobrenatural para explicar los trastornos psicológicos.
Cientos de personas le piden a Syed Emdadul Hoque cada semana que les ayude a expulsar los demonios. Reciben su bendición, y luego un equipo de expertos juzga con tacto si es necesario un tratamiento psiquiátrico.
Rakib, de 22 años, fue llevado al santuario después de quejarse de estar poseído “por un genio”, que le causaba alarmantes cambios de comportamiento.
“Cuando vuelvo a estar consciente, me siento bien”, le explica a Hoque.
Su tío cuenta que el estudiante sufre desórdenes disociativos preocupantes, y que ataca a sus familiares y les grita en un idioma desconocido.
“No te preocupes, saldrás de esta”, le tranquiliza Hoque mientras recita unas oraciones.
El hijo del religioso, Irfanul, lleva luego al joven a otra sala, donde un grupo de voluntarios anotan sus síntomas y sus antecedentes médicos.
“Pensamos que sufre problemas mentales”, dice Irfanul a la AFP. “Cuando hayamos tomados sus datos, lo enviaremos a un psiquiatra que le recetará medicamentos”.
Hoque, de 85 años, y su hijo siguen la tradición sufí, una rama del islam que se basa en el misticismo y la dimensión espiritual de la fe.
Son descendentes de uno de los líderes sufíes más respetados del país, de quien Hoque heredó el prestigioso título de “Pir”, de mentor espiritual.
Su ciudad natal, Maizbhandar, es uno de los lugares de peregrinación más frecuentados de Bangladés. Cada año, multitudes acuden a los santuarios de los ancestros de la familia Hoque para pedir su bendición.
Pero, en este país asiático, el sufismo suele ser tachado de hereje por los líderes más estrictos de la mayoría musulmana sunita.
– Terapia médica –
Según Irfanul, su padre brinda a sus visitantes la posibilidad de liberarse.
“Cuando nos confían sus angustias y problemas, para nosotros es más fácil ayudarlos”, explica. ”Mi padre cumple su papel y los bendice, y luego comienza la terapia médica”.
Hoque es ayudado por Taslima Chowdhury, una psiquiatra de la ciudad de Chittagong.
“Si no me hubiera enviado los pacientes, quizás nunca habrían visitado un psiquiatra calificado en su vida”, dice a la AFP.
“Gracias a él, numerosos enfermos mentales han tenido un tratamiento precoz y muchos se han curado rápidamente”, insiste.
El acceso de los tratamientos por crisis de pánico, angustia u otros trastornos mentales es muy limitado en el país.
Bangladés cuenta con menos de 300 psiquiatras por una población de 170 millones de habitantes, según un estudio del British Journal of Psychology publicado el año pasado.
Según una investigación de 2018 de las autoridades sanitarias locales, cerca de un adulto de cada cinco en el país padece un trastorno mental, pero 90% de ellos no recibe ningún tratamiento profesional.
Según los expertos, el programa de Hoque podría romper la barrera que rodea la salud mental.
“Es notable, teniendo en cuenta que en Bangladés los problemas mentales se consideran tabú”, estima Kamal Uddin Chowdhury, profesor de psicología clínica de la Universidad de Daca.
El principal hospital psiquiátrico del país empezó un proyecto para formar a otros líderes religiosos en ciudad rurales para que sigan los pasos de Hoque.
“Son actores de primera línea”, explica Chowdhury. ”Si transmiten el mensaje que las enfermedades mentales son curables y que estar ‘poseído por un genio’ es una especie de enfermedad mental, esto puede conllevar una gran diferencia en el tratamiento”.