Temor en Níger por los residuos de una mina de uranio

AFP

Inmensas colinas rompen el paisaje del desierto de la región de Arlit en el norte de Níger. Lejos de ser naturales, están constituidas de millones de toneladas de residuos parcialmente radiactivos, acumulados durante décadas de explotación de una mina de uranio.

La Compañía Minera de Akouta (Cominak), explotada cerca de Arlit por el grupo francés Areva convertido en Orano, comenzó sus actividades en 1978 y cerró en 2021 debido al agotamiento de las reservas tras haber producido 75,000 toneladas de uranio.

Su reacondicionamiento, con un costo de más de 150 millones de dólares, está en marcha y debe durar unos diez años, seguidos por otros cinco de vigilancia ambiental.

La empresa quiere “restituir al final de los trabajos de reacondicionamiento un lugar seguro, sano y no contaminante”, asegura el director general de Cominak, Mahaman Sani Abdoulaye, a los primeros periodistas franceses en volver a este lugar desde el secuestro en 2010 de siete colaboradores de Areva.

La mayor tarea es asegurar las montañas de unos 20 millones de toneladas de residuos de rocas y residuos minerales que estuvieron en contacto con el uranio, que se extienden sobre 120 hectáreas y pueden alcanzar alturas de hasta 35 metros.

– “Dosis naturales” –

“Tenemos aquí dosis naturales (de radiación) inferiores a lo que podemos encontrar en otras regiones en Francia y en el mundo”, afirma Hélène Sciorella Djibo, responsable de Cominak para el reacondicionamiento de la mina.

“No hay radiactividad artificial creada por el hombre”, que es la más peligrosa, asegura.

El grupo Orano ha prometido cubrir estas “colinas” de residuos con capas de dos metros de material impermeable (argilita y gres) y medidas de control y vigilancia del aire y el agua en Arlit y sus alrededores.

Pero en la zona, donde viven unas 200,000 personas, reina la inquietud.

El director departamental de las minas de Arlit, Bassirou Babalé, no oculta que los residuos “son radiactivos”.

El objetivo de todas las partes es “evitar que haya fisuras y que el radón (el gas surgido de la desintegración natural del uranio, ndlr) inunde la ciudad”, afirma.

“Los residuos radiactivos están almacenados al aire libre al lado de la antigua mina y constituyen el mayor legado negativo que nos ha dejado la explotación de uranio”, fulmina Rhamar Ilatoufegh, responsable de Aghir In’man, una oenegé creada en 2000 en Arlit.

Una asociación francesa, la Comisión de Investigación e Información Independientes sobre la Radiactividad, estima que los residuos constituyen “una espada de Damocles para el abastecimiento de agua potable”.

– “Desconfianza” –

Pero Gilles Récoché, geólogo y director de responsabilidad, compromiso y comunicación de Orano, rechaza estos temores.

“Un amplio rastreo se ha puesto en marcha en toda la ciudad para vigilar la radiactividad del aire y del agua”, asegura.

“Las dosis son inferiores a las normas de la legislación nigerino e internacional” y “no existe ningún caso demostrado de enfermedad vinculada a la radiactividad”, agrega.

El límite normativo para los mineros en Níger es de 20 milisiéverts (mSv, la unidad de medida de la radiactividad en el hombre) al año y el máximo detectado en 2022 en la mina fue de 8,6 mSv/año, defiende la empresa.

Pero esto no tranquiliza a Hassan Souley, ex trabajador de Cominak en Arlit. “La gente está a 7 km de las canteras, todo el mundo está inquieto, la gente está enferma. Orano está en el origen de todos estos problemas y no quiere siquiera escucharnos”.

“Hay desconfianza, dudas y temores sobre la radiactividad en nuestra ciudad, es normal, pero se están tomando medidas para hacerle frente”, declaró el alcalde de Arlit, Abdourahmane Maouli.

Creado en 2012, el Observatorio de la Salud de la región de Agadez (OSRA), realiza desde entonces un seguimiento médico de los ex trabajadores de Cominak y de otra mina explotada por Orano, aún en funcionamiento.

Su doctor Ayouba Dogonyaro explica a la AFP que “sobre 2,000 consultas, se han detectado una decena de casos de enfermedades profesionales atribuibles a las radiaciones, cánceres de sangre y pulmón, silicosis”.

“Seis de ellos han sido reconocidos por el comité médico de OSRA, compuesto por tres doctores que representan las minas, la sociedad civil y el Estado”, agrega.