En la parte derecha de nuestro abdomen, se halla un pequeño órgano con forma de pera, llamado vesícula biliar. Su principal función es almacenar la bilis, un líquido que el hígado produce para ayudarnos a digerir las grasas.
Cuando comemos, la vesícula biliar expulsa la bilis a través de un tubo -el conducto biliar común o colédoco- y la libera en el intestino delgado. Aquí se mezcla con los alimentos que el estómago ha digerido.
Sin embargo, a veces el flujo de esta sustancia a través de los conductos biliares desde la vesícula al aparato digestivo puede quedar obstruido, normalmente a causa de cálculos o pequeñas piedras que se forman en la vesícula o en el interior de los conductos.
Si los cálculos llegan a obstruir algún conducto biliar por completo, puede producirse un dolor intenso y repentino en el abdomen, normalmente en su parte superior derecha o en el centro, bajo el esternón. A veces, se presenta acompañado de sudoración, vómitos y náuseas o se irradia a la espalda y al hombro derecho. Puede durar desde unos minutos a varias horas y suele estar desencadenado, pero no siempre, por la ingesta de comidas copiosas, sobre todo, cuando ha sido rica en grasas -aunque esta condición tampoco es imprescindible-.
En la siguiente cápsula queremos compartirles una serie de consejitos para prevenir los cálculos en la vesícula: