AFP
La producción del oro negro por parte de los miembros de la OPEP volvió a subir en diciembre gracias al petróleo libio que, después de haber sufrido duramente el caos local, experimenta una recuperación gracias a un alto el fuego firmado en octubre.
Casi diez años después de la caída de Muamar el Gadafi, Libia sigue dividida entre poderes rivales: el gobierno de Unidad Nacional (GNA) reconocido por las Naciones Unidas y basado en Trípoli y el campo del mariscal Jalifa Haftar, en el este.
Si bien el país cuenta con las reservas más abundantes de África, este repunte sigue siendo frágil y el oro negro es el centro de los problemas económicos y políticos.
¿Cuál es el estado de la producción?
Gracias a Libia, la producción de la Organización de Países Exportadores de Petróleo alcanzó los 25,36 millones de barriles por día en diciembre (+278.000 b/d en un mes).
En Libia, la producción aumentó en 136.000 barriles por día, llegando a 1,224 millones de b/d en diciembre, después de haberse más que duplicado en noviembre. Antes del alto el fuego, la producción fue de 121.000 b/d en el tercer trimestre de 2020, diez veces menos que en la actualidad.
Pero sigue por debajo del nivel de “antes de la caída del régimen de Muamar el Gadafi, cuando Libia producía entre 1,5 a 1,6 millones de barriles al día”, explica a la AFP Francis Perrin, director de investigación del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS).
En aquel momento, la economía libia dependía casi 90% de esta industria. A pesar del repunte actual, “la industria petrolera sigue en dificultades”, advierte Al Mahdi Omar, un ingeniero petrolero libio. “Es un milagro que el sector petrolero siga funcionando a pesar de las infraestructuras vetustas y dañadas por la guerra, la negligencia o los sabotajes”, explica.
¿Hay aún campos de petróleo fuera de servicio?
No. La Compañía Nacional de Petróleo (NOC), con sede en Trípoli y única autorizada para comercializar el crudo libio, anunció en octubre el levantamiento del estado de fuerza mayor, que permite una exención de su responsabilidad en caso de incumplimiento de los contratos en el último campo bloqueado.
Esta decisión fue posible gracias al levantamiento de los bloqueos decidido en septiembre por las fuerzas del mariscal Haftar.
Hace un año, los partidarios de Haftar bloquearon la producción y las exportaciones en los campos y terminales más importantes, con el fin de exigir una distribución más equitativa de los ingresos, administrados por Trípoli.
Pero el fracaso a mediados de 2020 de su ofensiva sobre la capital convenció a Jalifa Haftar de renunciar a este medio de presión.
Según la NOC, el bloqueo de unos ocho meses provocó pérdidas por valor de casi 10.000 millones de dólares.
¿Hay margen para seguir avanzando?
La NOC anunció a mediados de enero el cierre de un oleoducto para trabajos de mantenimiento.
Si existen “márgenes de progresión”, no son “inmediatos”, afirma Perrin. “A medio plazo, Libia podría ir más alto. A corto plazo, si logra mantener el nivel actual, estará muy bien”, prosigue el experto, estimando que “la principal incertidumbre es de orden político”.
El levantamiento de los bloqueos se inscribe “en el marco de un acuerdo provisional, de una tregua, no es un acuerdo de paz”, señala.
Para el economista libio Nuri el Hammi, “sólo una distribución equitativa de los ingresos y la creación de verdaderas oportunidades de desarrollo podrán resolver los problemas del sector”.
¿Cuál es el peso en las negociaciones?
Esta cuestión de la distribución provoca frecuentes tensiones mientras se celebran conversaciones bajo los auspicios de las Naciones Unidas.
Es “un elemento clave de las discusiones”, confirma Francis Perrin. “Lo que podría eventualmente permitir consolidar la tregua naciente o hacerla fracasar”. Mientras tanto, “es una espada de Damocles” para un sector a merced de nuevos bloqueos “si las discusiones sobre el reparto no desembocan en un compromiso”, precisa.
Por su parte, Al Mahdi Omar afirma que desde su descubrimiento en el país, a finales de la década de 1950, “todo lo relacionado con Libia tiene algo que ver con el petróleo”.
Según este ingeniero petrolero, el diálogo relanzado por la ONU “no puede eludir” la cuestión del principal recurso del país.