AFP
Los responsables de Relaciones Exteriores de Estados Unidos y de Rusia se reúnen este miércoles en Islandia para evaluar las diferencias abismales entre las dos potencias y confirmar la eventual celebración de una cumbre en junio entre los presidentes Joe Biden y Vladimir Putin.
Las declaraciones previas al cara a cara no presagian la “desescalada” que Washington y Moscú dicen que buscan en un momento en que las relaciones bilaterales atraviesan su peor momento desde el final de la Guerra Fría.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, quiere convertir el Ártico en un laboratorio para una cierta cooperación enfocada en desafíos comunes, como la lucha contra el calentamiento global.
El Ártico es precisamente el nuevo desafío geopolítico en torno al cual gira la reunión regional de este miércoles y jueves en Reikiavik.
Pero el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, no lo ve de la misma manera.
“Está claro para todo el mundo desde hace tiempo que son nuestras tierras, nuestro territorio”, soltó el lunes, y denunció lo que considera veleidades “ofensivas” de los occidentales a través de la OTAN y de Noruega.
La “actividad militar” de Rusia en el Ártico es “perfectamente legal y legítima”, afirmó.
Según Mikaa Mered, profesor francés de Ciencias Políticas y especialista en el Ártico, los rusos “siempre adoptan este tipo de posiciones antes de una cumbre ministerial”.
Pero la advertencia rusa provocó una respuesta de Antony Blinken, quien llamó este martes a “evitar una militarización” del Ártico, un vasto territorio con condiciones extremas, rico en recursos naturales, en torno al Polo Norte.
Este miércoles, durante una reunión con su homólogo canadiense, Marc Garneau, reafirmó que quiere “preservar esta región como un lugar de cooperación pacífica” en materia de clima o de avances científicos.
– ¿Un apaciguamiento? –
Desde que llegó a la Casa Blanca en enero, el presidente Biden se ha mostrado muy firme frente a la Rusia de Vladimir Putin, a quien ha llegado a llamar “asesino”, para marcar la ruptura con su predecesor Donald Trump, acusado de ser indulgente con el Kremlin.
Moscú y Washington se han acusado mutuamente y se han impuesto sanciones desde el comienzo del mandato del demócrata.
Pero ahora los dos países dicen que buscan un apaciguamiento.
“Hemos dicho muy claramente que si Rusia elige tomar medidas irresponsables o agresivas contra nuestros intereses o nuestros socios y aliados, responderemos”, advirtió Antony Blinken en Islandia. “No para buscar un conflicto o una escalada, sino porque no se pueden permitir estos desafíos impunemente”.
Sin embargo consideró “importante poder abordarlo cara a cara para ver si es posible tener una relación más estable y predecible con Rusia”, y encontrar puntos en común en temas como el clima o el desarme.
Con este objetivo Biden y Putin quieren celebrar una primera cumbre en junio en un país europeo.
Ese mismo mes se celebrarán la cumbre del G7 y la reunión de los líderes de la OTAN, que se prevé que muestren un frente unido anti-Moscú.
Blinken afirmó el lunes que espera que el cara a cara se celebre “en las próximas semanas”. La fecha y el lugar podrían anunciarse en los días posteriores a la reunión de Reikiavik.