Óscar Flores*
El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, llegó al poder con la promesa de combatir la corrupción, pero a 100 días de su mandato, aún no se han visto avances significativos en este ámbito.
A pesar de declarar la prioridad de cerrar el paso a los corruptos en el uso de los recursos públicos, Arévalo no ha implementado medidas contundentes. Se ha limitado a crear una comisión para detectar irregularidades en el sector público y denunciar a una ministra del gobierno anterior por una compra de vacunas cuestionada.
Si bien destituyó a la ministra de Ambiente y Recursos Naturales por el presunto mal uso de recursos estatales, tras descubrirse que su hija utilizaba un vehículo oficial para fines personales, estas acciones no han sido suficientes para satisfacer las expectativas de la población, según algunos sectores de la sociedad.
Aunque se reconoce que su gobierno es más transparente en comparación con administraciones anteriores, Arévalo enfrenta críticas por la falta de acciones concretas en la lucha contra la corrupción. Los analistas políticos y líderes empresariales e indígenas subrayan la necesidad de una estrategia anticorrupción más clara y efectiva.
El presidente convive con la fiscal general Consuelo Porras, quien ha emprendido acciones en su contra, lo que ha generado tensiones en la transición presidencial. Arévalo intentó denunciarla ante la Corte Suprema por incumplimiento de deberes, pero esta situación ha generado incertidumbre sobre el futuro de la lucha anticorrupción en el país.
Aunque cuenta con el respaldo de Estados Unidos, que ve en su gobierno una esperanza para combatir la corrupción en la región, Arévalo enfrenta el desafío de consolidar su gobierno y cumplir las expectativas de la población guatemalteca.
* Con reportes de AFP