Médicos viven entre el agotamiento y el trauma en EEUU

AFP

Joseph Varon, jefe de la unidad de cuidados intensivos del United Memorial -un pequeño hospital en Houston que atiende principalmente a pacientes pertenecientes a minorías- fue noticia cuando se hizo viral una foto suya abrazando a un anciano paciente de covid-19 durante el Día de Acción de Gracias de 2020. 

Ese hombre se recuperó pero quienes no pudieron hacerlo son los que angustian a Varon.

“Como médico, en los últimos dos años firmé más certificados de defunción que nunca”, dijo.

En el momento en que Estados Unidos supera el trágico umbral de un millón de muertos de covid-19, los trabajadores sanitarios que han trabajado en la primera línea de atención siguen soportando una pesada carga, incluso cuando el resto de la sociedad sigue adelante.  

Muchos están agotados, traumatizados y siguen con temor a las aglomeraciones.

Varon recuerda bien la primera muerte que certificó: un inmigrante que trabajaba en un hotel. “Él ingresó en el hospital y literalmente en una semana murió, a los 34 años y sin ninguna condición médica preexistente”, dijo. 

Desde entonces y hasta la última gran oleada de inicios de este año, hubo poco respiro. 

Varon recuerda a las enfermeras llorando ante los interminables ingresos en la UCI, las camas en los pasillos, una intubación tras otra.

El médico también se acuerda de los pedidos de su mujer para que cambiara de ropa en el garaje antes de entrar a casa, después de turnos de 20 horas.

La fotografía de Acción de Gracias, dijo Varon, “se volvió un símbolo de que los médicos también tenemos sentimientos”.  

En ese momento, no le preocupaba protegerse, sino poder dar consuelo a un hombre que no sabía si sobreviviría y no podía ver a su mujer, ya que las visitas estaban prohibidas.

Las exigencias del trabajo le impusieron un costo personal. Varon se siente mucho más viejo que sus 59 años, no ha tenido vacaciones desde el comienzo de la pandemia y estuvo al teléfono hablando de recetas el día de la boda de su hija. 

Ahora ve “la luz al final del túnel” y no atiende a muchos pacientes de covid-19, aunque reciba a personas con trastornos post-covid, como problemas cardíacos y pulmonares.

– Estrés por multitudes – 

Al inicio, la enfermedad era un completo misterio: cómo se transmitía, quién era más susceptible, cómo tratarla.  

El personal sanitario temía llevarla a sus casas y contagiar a sus seres queridos o morirse.  

Ese miedo se acentuó para Daniel Brenner, médico de urgencias entrevistado por la AFP al principio de la pandemia, cuando los profesionales trataban de encontrar las estrategias correctas para lidiar con las serias lesiones pulmonares causadas por los casos graves de covid-19. 

La mujer de Brenner también es médico de urgencias, y hasta que apareció la vacuna la pareja vivía con el temor de no sobrevivir y poder cuidar a sus dos hijos pequeños, que ahora tienen cinco y tres años. 

“El pensamiento de morir a causa de tu profesión y dejar a tus hijos huérfanos es aterrador”, dijo el hombre de 38 años.

Brenner ahora trabaja en Indianápolis y dice que tiene dificultades para volver a adaptarse a las multitudes, a pesar de los niveles de covid-19 más bajos en la comunidad. Cuenta que pocas veces hace cosas que solía dar por sentadas, como comer en el interior de los restaurantes. 

“Es una lástima porque intento no infligir mi trauma a mis hijos”, dice, emocionándose. 

“Quiero asegurarme de que tengan cosas enriquecedoras y satisfactorias en sus vidas, pero es muy difícil porque trato de averiguar qué es seguro”.

La vacuna fue un punto de inflexión importante, dice Brenner, ya que redujo en gran medida el riesgo de enfermedades graves y le quitó un peso de encima. Pero aún hay personas que se resisten a vacunarse y enferman. 

“Siento una mezcla de tristeza y frustración porque esto es algo que se puede prevenir y veo gente que difunde desinformación y que perjudica a sí misma, a su comunidad y a su familia”, afirmó.

De forma más esperanzadora, Brenner no deja de hablar con todos los pacientes de alto riesgo que atiende sobre las vacunas contra el covid-19 y observa que los indecisos suelen estar dispuestos a la inmunización cuando conversan sobre sus temores.  

“La gran mayoría de mis pacientes, después de esa conversación, me pregunta dónde puede vacunarse”, dice. 

Brenner los encamina a una clínica que no requiere de cita previa dentro del mismo hospital.