La naranja de Florida, una fruta emblemática en crisis

AFP

Vernon C. Hollingsworth creció entre naranjos, el negocio de su familia desde hace cinco generaciones. Su campo de 1,700 hectáreas en Arcadia, en el oeste de Florida, es motivo de orgullo para él y también de preocupación desde que el huracán Ian arrasó su cosecha en septiembre.

En una mañana de marzo, el agricultor de 62 años recorre la plantación a bordo de una camioneta, mostrando aquí y allá los naranjos arrancados por la tormenta. “He perdido entre el 95 y el 97% de mis cultivos”, lamenta. “Vamos a tener que replantar y necesitamos ayuda para hacerlo”.

El huracán ha sido el golpe de gracia para una fruta tan emblemática en Florida que aparece en las matrículas de sus autos. El estado, segundo productor mundial de jugo de naranja por detrás de Brasil, ya llevaba 17 años lidiando con otro problema: el Huanglongbing (HLB).

Esa enfermedad de los cítricos se debe a una bacteria transmitida por un insecto, el psílido asiático. Cuando contagia un árbol éste produce frutos de color verde, amargos y no aptos para la venta. La mayoría de los ejemplares muere a los pocos años.

La crisis provocada por Ian y la enfermedad ha dejado a la industria en los huesos. Esta temporada la producción de naranjas en Florida será de 16,1 millones de cajas de 90 libras (40,8 kg), un 60,7% menos que en la temporada anterior y una de las cifras más bajas desde los años 1930, según una estimación del Departamento de Agricultura estadounidense.

La Universidad de Florida calcula que el huracán ha provocado pérdidas de 1,030 millones de dólares para la agricultura estatal, 247,1 millones sólo para el sector de los cítricos. 

– “En el peor momento” –

La situación es especialmente dolorosa para Hollingsworth porque esta temporada se anunciaba prometedora antes de Ian. Por primera vez había empezado a inyectar en sus naranjos dos tratamientos bactericidas aprobados por las autoridades estadounidenses contra el HLB.

“Con los nuevos tratamientos vi que [los naranjos] podían florecer y crecer como antes. Y estábamos en ello. Este huracán no podía ocurrir en peor momento para los cítricos de Florida”, dice el agricultor.

Ahora su empresa, que contrata a unas 50 personas a tiempo completo además de trabajadores temporeros, afronta unos meses complicados.

Las ganancias de una cosecha son las que permiten producir la siguiente. Pero este año no ha tenido casi ingresos; el seguro no ha pagado lo suficiente por los destrozos y cada árbol replantado tardará cuatro años en dar sus primeros frutos, explica Hollingsworth.

“Es realmente difícil. Intento hacerlo lo mejor que puedo, pero sería increíble conseguir ayuda [del estado de Florida o el gobierno federal]. Estamos realmente muy necesitados”, asegura.

Desde el Departamento de Cítricos de Florida, una agencia estatal encargada de regular el sector, la doctora Marisa Zansler asegura que están trabajando para ayudar a los agricultores a plantar árboles.

La iniciativa es clave para apuntalar la industria de los cítricos, que aporta 6,900 millones de dólares a la economía floridana y más de 32,500 puestos de trabajo, indica Zansler, directora de investigación económica y mercado de la agencia.

A la espera de que llegue esa ayuda, el precio del zumo de naranja se ha disparado en los supermercados estadounidenses y Brasil saca provecho de la situación. El gigante sudamericano ha exportado 240,000 toneladas de ese producto a Estados Unidos esta temporada, un 82% más que la temporada anterior, según datos oficiales. 

En Arcadia, Hollingsworth no pierde la esperanza a pesar de los problemas. Está convencido de que si supera este bache el futuro será brillante, sobre todo con los tratamientos contra el HLB. 

De todas formas no tiene otro plan. “Voy a seguir con esto”, dice. “No sé hacer otra cosa”.