AFP
El repicar de pelotas de tenis de mesa resuena en el almacén donde se reúnen los ancianos de Rudong. Pionera en la implementación de la política de un solo hijo, esta ciudad china presenta una de las poblaciones más envejecidas del país.
Situado al final de un callejón rodeado por edificios deteriorados, el club de tenis de mesa de Rudong da a sus miembros la oportunidad de ejercitarse y conversar.
“Si la gente mayor viene aquí y juega al ping-pong, siente que es bueno para ellos y entonces deja de jugar a cartas”, explica Fu, una mujer de 56 años que decidió abrir este club en 2011.
La ciudad que antaño desempeñó un papel pionero en la política de un solo hijo de China ahora dispone de una escuela abandonada, cubierta de enredaderas, y de una universidad que ofrece cursos a jubilados.
El último año, China perdió población por primera vez en seis décadas y, según las estimaciones de la ONU, a finales de abril debía ser superada por India como el país más habitado del mundo.
En Rudong, AFP se encontró con una comunidad impactada por la realidad de este declive poblacional, reflejo de las presiones demográficas a las que se enfrenta el país en su conjunto.
El problema es especialmente pronunciado en lugares como esta ciudad a 100 kilómetros de Shanghái, donde el envejecimiento coincide con un éxodo de la gente joven.
Un buen ejemplo es la familia de Fu, la fundadora del club de tenis mesa.
Su único hijo dejó Rudong para encontrar trabajo en la ciudad, algo habitual en las últimas décadas en las que China ha transitado de una economía de planificación centralizada a una de mercado.
“Allí tuvo un hijo”, explica Fu. Al preguntarle si su hijo considera tener otro niño, ella lo ve improbable.
Zhu, miembro del club en la sesentena y retirado de China Telecom, asegura que el mercado laboral es increíblemente difícil para la juventud del país.
“No es como en nuestra generación. En esos tiempos, nos asignaban el trabajo”, recuerda Zhu. “No como ahora, cuando la gente depende de sí misma para encontrar trabajo”.
– Vuelta al colegio –
Para hacerlo, muchos marchan a grandes ciudades. En Rudong, la población total en el último censo de 2021 era de 880.006 personas, 115.977 menos que en el recuento anterior.
Además, según ese censo, casi el 39% de la población de la zona tenía más de 60 años, más del doble que la media nacional de 18,7%.
A finales de los años 1970, el Partido Comunista introdujo políticas de control de natalidad ante el miedo de las potenciales consecuencias del desenfrenado crecimiento poblacional que experimentaba el país tras el tumultuoso poder de Mao Zedong.
Aunque la política de un solo hijo se relajó en 2016, sus impactos todavía son claramente visibles y el año pasado la tasa de fertilidad de China cayó a 1,2 nacimientos por mujer, una de las más bajas del mundo.
Además, el envejecimiento de la población pone presión a las jóvenes generaciones, que se ven forzadas a cuidar de los mayores de la familia.
En China es habitual que los mayores se muden con familiares más jóvenes, pero algunos ancianos en Rudong reconocieron a AFP que decidieron cuidarse a sí mismos para aliviar la presión en sus hijos.
“Mientras estemos sanos, el estrés en nuestros hijos es menor”, dice Wang Jianhua, de 67 años, empuñando un mazo de madera de gateball, un juego inspirado en el croquet.
“Participar en este tipo de actividades es para nosotros, pero también es para ellos”, asegura.
Décadas de crecimiento económico han hecho que la jubilación para la tercera edad china sea mucho mejor que en las generaciones anteriores.
Mientras sale, con su bicicleta a rastras, de la universidad local, Ping habla con un compañero de clase.
A sus 74 años, la mujer explica que de joven fue enviada cinco años a aprender de los trabajadores rurales durante la Revolución Cultural de Mao en los años 1960.
“Debido a la Revolución Cultural, no asistimos a la escuela”, lamenta.
Ahora toma clases de literatura y ópera china tradicional en la universidad local. “Nos divertimos y estudiamos al mismo tiempo”, dice.
“La vida todavía es bastante interesante”.