“El príncipe” era un caballito rebelde hasta que cayó en las manos de Don Jaime, un charro con los pantalones y las botas bien puestas para domar a los potros y toritos más rebeldes del campo.
“El príncipe” era un caballito rebelde hasta que cayó en las manos de Don Jaime, un charro con los pantalones y las botas bien puestas para domar a los potros y toritos más rebeldes del campo.