AFP
Al abrir la puerta a la posibilidad de que los atletas rusos puedan volver a competir a nivel internacional, sin precisar su participación o no en París-2024, el Comité Olímpico Internacional (COI) avanza como un funambulista en una cuestión que provoca grandes presiones diplomáticas y en las que se juega su credibilidad.
La treintena de países occidentales que reclamaron a mediados de febrero una “aclaración” a la instancia con sede en Lausana deberán tener paciencia: después de tres días de reuniones de su comité ejecutivo, nadie sabe si los deportistas rusos y bielorrusos desfilarán por el Sena el 26 de julio de 2024.
“El COI tomará esa decisión en el momento oportuno, a su entera discreción, y sin estar relacionado por los resultados de las competiciones clasificatorias”, decretó el martes el presidente del olimpismo, el alemán Thomas Bach.
En apariencia, el COI se da libertad absoluta y proclama la autonomía del mundo deportivo frente a las injerencias políticas, su línea histórica desde el renacimiento del olimpismo, reafirmada desde 2013 bajo la presidencia de Bach.
El dirigente bávaro, campeón olímpico de florete por equipos en Montreal-1976, no duda nunca en recordar el boicot de Estados Unidos y sus aliados a los Juegos de Moscú-1980, lo que le impidió defender su título y precipitó su compromiso en la defensa de los deportistas.
“Si los gobiernos decidieran de la eventual participación de tal o cual atleta en tal o cual competición sería el final del deporte mundial tal como lo conocemos hoy”, declaró el martes, antes de endurecer su discurso el jueves.
– Macron dará su opinión –
Agresivo como pocas veces, calificó de “deplorable” que varios gobiernos europeos interfieran en una eventual reintegración de los rusos en las competiciones. Y criticó su “doble rasero”, ya que de alrededor de “70 conflictos armados en curso en el mundo”, únicamente la guerra en Ucrania conlleva presiones políticas en el mundo deportivo.
¿Será suficiente blandir su apoliticismo para barrer todas las interferencias? “Filosóficamente, este discurso se justifica; en la práctica, es mucho más difícil”, asegura a la AFP Jean-Loup Chappelet, especialista en olimpismo en la Universidad de Lausana.
Cuando el COI recomendó a finales de febrero de 2022 la exclusión de rusos y bielorrusos de las competiciones internacionales, la instancia justificó entonces que la hostilidad provocada por la invasión rusa de Ucrania comprometía a la vez la disputa de las competiciones y la seguridad de los deportistas afectados.
La decisión de la Federación Internacional de Esgrima de reintegrar a los esgrimistas de estos dos países fue una especie de anticipo de las dificultades para los diferentes deportes de seguir por esta vía: amenazas de boicot de Ucrania, anulación de competiciones en Alemania, Dinamarca y Francia, o carta de protesta de más de 300 esgrimistas.
Emmanuel Macron, presidente de Francia, organizadora de los Juegos-2024, se expresará sobre este tema en verano (boreal) “y el COI decidirá inevitablemente en función de lo que diga”, destaca Jean-Loup Chappelet, convencido de que “no habrá rusos en los Juegos de París porque la presión será muy fuerte”.
– Autoexclusión de los rusos –
Lejos de poner facilidades a los castigados, el COI endureció el martes la hoja de ruta propuesta a las federaciones internacionales que desearan reintegrarlos en sus competiciones, después de cuatro meses de consultas con el mundo olímpico.
Si en enero el COI condicionó el regreso de rusos y bielorrusos a que participaran “bajo bandera neutra” y siempre que “no hayan apoyado activamente la guerra en Ucrania”, ahora exige que lo hagan “a título individual” y que no estén “bajo contrato” con el ejército o con agencias de seguridad.
Excluir a los rusos de las pruebas por equipos “no deja más de un centenar de potenciales participantes en París-2024, en lugar de unos 300” y además impide cualquier posible demostración de potencia deportiva colectiva, dice Chappelet.
Sobre todo en un país donde 45 de las 71 medallas rusas en Tokio-2020 fueron ganadas por atletas pertenecientes al CSKA, el club del ejército ruso, fundamental en el deporte del país. Prohibir cualquier relación con el ejército “es la gota de agua que puede acabar desbordando el vaso”.
“El juego ahora es tratar que los rusos rechacen ir. No se les excluye, sino que se excluyen ellos mismos”, estima el universitario.
El martes, el Comité Olímpico Ruso ya denunció que las condiciones impuestas por el COI eran “inaceptables” y “discriminatorias” y que tenían como objetivo “perjudicar al deporte ruso en su conjunto”.