AFP
Los enfrentamientos por el acuerdo de Brexit, incluida una rebelión conservadora, vuelven el lunes al parlamento británico, pero ahora el texto lleva meses en vigor y la disputa gira en torno al plan de Boris Johnson para modificarlo violando el derecho internacional.
“Es fundamental que consigamos que esta legislación sea aprobada y que esté inscrita en los libros de leyes para finales de este año”, cuando finaliza el periodo de transición tras el Brexit, dijo a los periodistas el portavoz de Johnson.
Será el propio primer ministro quien abra el debate sobre su “proyecto de ley de mercado interno”, que aprovecha una armonización posbrexit del comercio entre las cuatro naciones del Reino Unido para modificar la aplicación de tarifas y controles aduaneros en Irlanda del Norte previstos por el acuerdo de divorcio con la Unión Europea.
Ese tratado internacional, vigente desde que el Reino Unido salió de la UE el 31 de enero, prevé un dispositivo por el cual esa provincia británica mantendrá las reglas del mercado común europeo para evitar reimponer una frontera con la vecina República de Irlanda.
Su objetivo es preservar la frágil paz que reina en la isla desde el Acuerdo del Viernes Santo de 1998 que puso fin a tres décadas de sangriento conflicto entre republicanos católicos y unionistas republicanos.
Las autoridades europeas denunciaron los planes de Johnson como una amenaza a esa estabilidad y le llamaron a retirarlos antes de finales de mes.
Pero él asegura que su intención es precisamente proteger la paz al defender los intereses de los norirlandeses unionistas, evitando separarlos con barreras administrativas del resto del Reino Unido.
Hasta tal punto que vale la pena incurrir en una violación “específica y limitada” del derecho internacional, afirma su gobierno.
– Negociación comercial en peligro –
El parlamento de Westminster se prepara así para rememorar los tiempos cuando la insurrección contra el acuerdo de divorcio negociado con Bruselas provocó caos y bloqueo.
Pero la situación ahora es diferente: Johnson tiene una aplastante mayoría que le permite perder hasta 40 votos en sus filas y sacar el proyecto adelante.
Por lo que, mientras el británico de a pie se preocupa más por las nuevas restricciones contra el coronavirus que por el retorno del drama parlamentario, los observadores políticos esperan ver la proporción de la revuelta.
Para muchos conservadores, incluso defensores del Brexit, violar el derecho internacional es ir demasiado lejos.
“No tendré más remedio que negar mi apoyo a este proyecto de ley”, afirmó el exfiscal general Geoffrey Cox, advirtiendo que equivaldría a “la abrogación unilateral de las obligaciones del tratado con que nos comprometimos hace menos de 12 meses”.
Y el diputado conservador Rehman Chishti, abogado de formación, dimitió como enviado especial de Johnson para la libertad de religión. “Para mí es muy importante respetar el estado de derecho (y) honrar la palabra dada”, afirmó en su carta de renuncia.
Los diputados votarán el texto por primera vez bien entrada la noche del lunes y normalmente este debería pasar ese primer trámite.
El momento álgido llegará dentro de una semana, cuando el líder de esta rebelión conservadora, y presidente del comité de justicia, Bob Neill, presente una enmienda que busca quitar la última palabra sobre Irlanda del Norte al gobierno para dársela al parlamento.
Habrá que ver entonces de ver cuántos rebeldes conservadores se adhieren a ella.
Este retorno de la tensión parlamentaria tiene lugar mientras al Reino Unido y la UE se les echa el tiempo encima en la negociación de un acuerdo de libre comercio que rija sus relaciones tras el 31 de diciembre.
Estancadas desde haces meses, las conversaciones se ven ahora más amenazadas por los planes de Johnson, que Bruselas prometió llevar ante la justicia.
El controvertido primer ministro acusó el sábado a sus exsocios europeos de querer aplicar, a falta de un tratado comercial, una interpretación tan “extrema” del acuerdo de Brexit que implicaría un “bloqueo alimentario” en Irlanda del Norte.
Son acusaciones “falsas”, reaccionó la ministra irlandesa de Justicia, Helen McEntee, el domingo, antes de la reanudación esta semana en Bruselas de una negociación que cada vez parece más encaminada a desembocar en una ruptura brutal en diciembre.