Detrás del PSG-Basaksehir, un racismo persistente en la Europa del Este

AFP

“El negro”. Deportistas, sociólogos y otros lingüistas analizan desde hace días las declaraciones del árbitro rumano que obligaron a suspender y aplazar un día el PSG-Basaksehir, abriendo un debate sobre el racismo persistente en Europa del Este.

En Bucarest numerosas voces piden esperar a las conclusiones de la UEFA, tras el escándalo mundial provocado por Sebastian Coltescu, el cuarto árbitro que se refirió como ‘negro’ al entrenador asistente del conjunto turco Pierre Achille Webó, lo que provocó la ira de ambos equipos, que acordaron abandonar el terreno de juego luego de unos minutos de tensas conversaciones. 

Y en las redes sociales son muchos los comentarios que reprochan a las instancias europeas del fútbol no haber reaccionado de la misma manera cuando deportistas rumanos han sido tratados de “gitanos” en multitud ocasiones.

– ‘Plaga muy presente’ –

Pero el presidente de la Federación Rumana de Fútbol (FRF) Razvan Burleanu es firme: “Estas palabras no tienen lugar en un estadio”. Igual para el ministro Ionut Stroe, que rápidamente presentó sus disculpas “en nombre del deporte rumano”.

En los medios de comunicación hay más diversidad de opiniones. “En rumano, decir que alguien es negru (‘negru’) no es una ofensa, es una referencia al color de su piel, una sencilla precisión”, dice Ovidiu Ioanitoaia, veterano de la prensa deportiva.

Al contrario, un colega más joven como Theodor Jumatate cree que es “la expresión más brutal de racismo, la esencia misma de la humillación”.

El presidente del Consejo Antidiscriminación (CNCD) Csaba Asztalos subraya que “el deporte y el fútbol especialmente no pueden estar al resguardo de esta plaga muy presente en la sociedad rumana”.

Evocando incidentes en los que aficionados han imitado el sonido de los monos o incluso tirado una banana en dirección a un jugador brasileño, denuncia en una entrevista con la AFP el “laxismo” de los clubes y de la Liga Rumana Profesional de Fútbol (LPF).

En Bulgaria, incidentes similares mancharon un partido de clasificación para la Eurocopa 2020 contra Inglaterra en octubre de 2019. El presidente de la federación y el seleccionador tuvieron que dimitir.

Varios clubes búlgaros fueron sancionados por la UEFA debido a “comportamientos racistas” en las tribunas. En 2014 aficionados del Levski Sofía desafiaron incluso una campaña de la federación europea desplegando una bandera que decía ‘Di sí al racismo’.

En los Balcanes, los gritos de mono y los cánticos racistas han provocado que las federaciones croata, serbia y montenegrina sean multadas y tengan que disputar partidos de las selecciones nacionales a puerta cerrada.

Si la Federación Croata condena regularmente estos comportamientos, a veces acompañados de cánticos nazis, rechaza culpar a los ultras, estimando que están exentos de cualquier responsabilidad.

En 2012 el estadio de Belgrado fue el teatro de una pelea impresionante al final del partido sub-21 entre Serbia e Inglaterra: Hinchas locales invadieron el campo y  jugadores de los dos equipos intercambiaron golpes.

– Los gitanos, víctimas en Rumanía –

En Rumanía los gitanos han estado en el punto de mira del odio, señalan los analistas.

Gelu Duminica, sociólogo perteneciente a esta minoría, lamenta que los ultras canten ‘Muerte a los gitanos’ o muestren pancartas que rinden homenaje al mariscal pronazi Ion Antonescu, que había prometido la solución final contra esta comunidad en la Segunda Guerra Mundial.

Según Duminica, las sanciones infligidas por la UEFA parcialmente alcanzaron su objetivo porque los hinchas comienzan a “tener miedo de ser sancionados”. 

“Pero la coerción no resuelve sola los problemas, debe estar acompañada de la educación” añade este experto.

Bulgaria, como otros países de la región, ha endurecido las sanciones contra los ‘hooligans’, que pueden ser multados hasta con 2.500 euros (3.000 dólares) y 25 días de detección.

Rumanía ha hecho “esfuerzos” por combatir el racismo pero todavía “queda camino por hacer”, dice Asztalos. 

Insiste en la importancia “del ejemplo” entre los responsables del fútbol. No están lejos los tiempos en los que el presidente del FCSB (antiguo Steaua Bucarest), Gigi Becali, rechazaba un fichaje por “homosexual”, antes de matizar que los “negros” no eran los únicos que no eran bien recibidos.