AFP
El primer presidente izquierdista de México, Andrés Manuel López Obrador, cumple este martes su segundo año de gobierno, marcado por la pandemia del Covid-19 y la fuerte crisis económica que trajo consigo.
López Obrador asumió la presidencia en diciembre de 2018 por un período de seis años con la promesa de acabar con dos de las peores lacras del país: la corrupción y la violencia.
Pero este año ha tenido que emplearse a fondo en la crisis que desató el nuevo coronavirus, adecuando a marchas forzadas un sistema de salud debilitado.
“Lo más difícil (ha sido) la pandemia. Además, muy doloroso, es lo que más nos ha afectado. En segundo lugar, la crisis económica, pero muy distante de lo primero porque lo estamos enfrentando bien”, resumió el lunes sobre su gestión.
La epidemia deja casi 106.000 muertes, lo que convierte a México en el octavo país con más defunciones por 100.000 habitantes; también acumula 1,1 millones de contagios.
“Queremos pedirle a México que se lo tome muy en serio”, instó el lunes el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
La enfermedad provocó, además, una fuerte caída en la actividad económica que llevará a una contracción de más de 9% en el PIB este año.
– Desencanto y fe –
Pese al complejo panorama, el mandatario de 67 años mantiene su popularidad. Durante noviembre tuvo una aprobación promedio de 58,4%, según la consultora privada Mitofsky, su mejor número en 2020.
“Hay mucha gente que votó por López Obrador que se esperanzó y que están arrepentidos. Sin embargo, son muchísimos los que siguen creyendo por una devoción casi religiosa, donde la palabra de López Obrador es como sagrada”, dijo a la AFP el analista José Antonio Crespo.
Paola Pérez, trabajadora de 42 años del vital sector turístico, refleja el desencanto.
“Estoy arrepentida de haber votado por él. Lo hice porque no quería más (partidos) PRI ni PAN. Tampoco esperaba que fuera la salvación, pero nunca pensé que tomara decisiones como la cancelación del aeropuerto”, dijo sobre las obras de una nueva terminal para Ciudad de México que, según el presidente, estaban plagadas de corrupción.
En contraste, Trinidad Gómez, propietaria de una tienda de víveres de la capital, aún confía en AMLO, acrónimo con el que se conoce al gobernante.
“Yo creo que hay que seguirle teniendo fe. No lo han dejado (gobernar), y con esto del virus menos, está todo parado y él solito no puede”, justificó la mujer de 54 años.
La oposición partidista al mandatario es exigua.
– Austeridad –
Si bien la pandemia asestó un duro golpe a la economía, ésta ya venía en declive por una baja inversión producto de algunas decisiones de AMLO, según analistas.
La segunda economía latinoamericana cayó un histórico 17% en el segundo trimestre, aunque entre julio y septiembre pasado repuntó 12%.
No obstante, para todo 2020 el pronóstico de los especialistas que consulta el Banco de México (central) apunta a una contracción de poco más del 9%.
“Cuando fue elegido, muchas personas estaban preocupadas de que sería muy intervencionista. Sin embargo, López Obrador ha adoptado una postura fiscal austera” incluso en la pandemia, señaló Nikhil Sanghani, de la firma británica Capital Economics.
A diferencia de otros países, el gobierno izquierdista evitó adoptar una política fiscal contracíclica y apostó por programas sociales, proyectos de infraestructura y la entrega de microcréditos.
Para Sanghani, esa respuesta ha provocado que la crisis sea más pronunciada que en Brasil, donde el Fondo Monetario Internacional prevé una contracción de poco más de 5% este año.
“Esto pesará en la recuperación de México en los próximos trimestres y eleva el riesgo de que haya cicatrices a largo plazo como más cierres de negocios y desempleo”, advirtió.
En tanto, la violencia sigue siendo un talón de Aquiles para AMLO. Entre enero y octubre se registraron 29.182 homicidios, por encima de los 28.855 en igual período de 2019, según el gobierno, que atribuye la mayoría de los casos al crimen organizado.
Desde 2006, cuando México militarizó la lucha antidrogas, se contabilizan unos 296.000 asesinatos y la política no parece que vaya a cambiar.