AFP
Los turcochipriotas eligen el domingo a su máximo dirigente, en medio de tensiones en el Mediterráneo oriental y la polémica provocada por la reapertura de la ciudad fantasma de Varosha, un símbolo de la división de la isla desde 1974.
El “presidente” saliente de la autoproclamada República Turca de Chipre del Norte (TRNC), Mustafa Akinci, un socialdemócrata que ha bregado durante mucho tiempo por el acercamiento con los grecochipriotas, es favorito en los sondeos.
Partidario de la reunificación de la isla en un Estado federal, nunca ha escondido su intención de disminuir los lazos con Ankara, lo que le ha valido la hostilidad del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
Considerando a Chipre una pieza clave en su estrategia para extender sus fronteras marítimas, Ankara sigue de cerca la consulta en el tercio norte de la isla. Ésta obtuvo su independencia del Reino Unido en 1960, pero las tropas turcas la invadieron en 1974 reaccionando a un golpe de Estado cuyo objetivo era integrarla a Grecia.
Las elecciones se desarrollan en un momento en el que la explotación de hidrocarburos en el Mediterráneo oriental genera fuertes tensiones entre Turquía y Grecia, principal aliado de los chipriotas grecohablantes de la República de Chipre –única reconocida por la comunidad internacional, miembro de la Unión Europea (UE) desde 2004– que comprende todo el sur de la isla.
Las autoridades turcas apoyan en las elecciones dominicales a un candidato nacionalista, Ersin Tatar, actualmente “primer ministro” de la TRNC, territorio con más de 300.000 habitantes.
Erdogan anunció el martes, junto a Tatar, la reapertura parcial de la ciudad fantasma de Varosha, símbolo de la división de la isla mediterránea desde que sus habitantes grecochipriotas la abandonaran tras la invasión turca.
“Fue una maniobra para dar impulso a la campaña de Tatar, pero tuvo el efecto contrario”, señaló Yektan Turkyilmaz, investigador del Forum Transregionale Studien, en Alemania.
Para este ex profesor de la universidad de Chipre, muchos turcochipriotas se sintieron “heridos en su honor e identidad” por algo que consideran como una injerencia de Ankara.
“Inclusive quienes habían decidido boicotear las elecciones ahora dicen que votarán”, añadió.
– Elegir su “destino” –
Akinci criticó vivamente esta iniciativa, puesta en marcha el jueves, dirigida “únicamente a favorecer a uno de los candidatos”. “Es una vergüenza para nuestra democracia”, martilló el martes.
Los grecochipriotas y la UE también condenaron esta reapertura.
Pero, demostrar una actitud independiente con respecto a Ankara no es algo fácil para la TRNC, puesto que se encuentra bajo la influencia política y económica de Turquía, único país que la reconoce desde su creación en 1983.
“Los partidarios de Akinci aprecian su habilidad para afirmar claramente el apego de los turcochipriotas a tomar su destino en sus propias manos”, lo que parece un sentimiento compartido en las calles de la capital, Nicosia norte, destaca Bilge Azgin, politólogo de la universidad del Oriente Próximo en esta ciudad.
A su parecer, la implicación de Ankara convirtió a estas elecciones presidenciales en un “referéndum sobre el respeto a la voluntad de los turcochipriotas”.
“Muchos también se inquietan por las intervenciones del gobierno turco en su modo de vida, al fomentar abrir escuelas religiosas” en particular, señala.
“Las relaciones con Ankara son importantes, pero necesitamos un presidente que defienda los intereses del pueblo chipriota”, afirma Cagin Nevruz Ozsoy, diseñador gráfico de 24 años.
“La injerencia de Ankara es inaceptable. La mejor respuesta será votar”, afirmó por su parte Erol Atabek, periodista.
Varias series de negociaciones a lo largo de décadas han intentado sin éxito reunificar a la isla.
A pesar de estos fracasos, la idea de una identidad común y particular chipriota, distinta a la turca y a la griega, se desarrolla entre los jóvenes, según Turkyilmaz.