Los casos de covid-19 se dispararon en la prisión más antigua de California, San Quentin, con más de 1.000 internos infectados, informaron las autoridades locales.
“Ésta es una de nuestras mayores preocupaciones en este momento”, dijo el lunes el gobernador Gavin Newsom, señalando que 42% de los más de 3.500 reclusos en esta prisión cerca de San Francisco son “médicamente vulnerables”.
A diferencia de otras prisiones en California, San Quentin no reportó un brote de coronavirus hasta principios de junio, alimentado, creen las autoridades, por traslados de internos desde otras prisiones, como la de Chino, donde sí había presencia del virus.
“Lamentablemente llegaron sin ser examinados y fueron colocados en San Quentin”, dijo a la radio pública NPR el doctor Matt Willis, director de Salud del condado de Marin, donde se encuentra el centro penitenciario.
La cárcel de Chino, cerca de Los Ángeles, tuvo un brote de covid-19 a principio de la pandemia: más de 500 reclusos han dado hasta la fecha positivo en la prueba de la enfermedad y 16 han muerto.
San Quentin representa actualmente la mitad de los casos notificados de covid-19 en las prisiones de California, el estado más poblado de Estados Unidos y uno de los más afectados por la pandemia con más de 200.000 casos confirmados y casi 6.000 muertes.
Para evitar una alta tasa de mortalidad entre los presos por el virus, las autoridades habían decidido liberar a unos 3.500 internos condenados por delitos menores y con menos de 180 días de condena.
Newsom anunció el lunes que se han identificado otros 3.500 posibles candidatos para beneficiarse de esta medida, incluyendo 110 en San Quentin.
La población carcelaria en California es de unos 113.000 personas.