A tres días de la muerte del papa Francisco, ocurrida el pasado 21 de abril, crece la tensión en torno al próximo cónclave con un protagonista inesperado: el cardenal Giovanni Angelo Becciu, condenado por corrupción y malversación en 2023, busca recuperar su lugar entre los electores del nuevo pontífice.
Becciu, de 76 años, fue despojado en 2020 de sus “derechos y privilegios” cardinalicios por orden directa del papa Francisco, tras verse implicado en un escándalo financiero dentro de la Secretaría de Estado, donde se desempeñaba como “sostituto”, una de las posiciones más poderosas de la Curia. En 2023, fue hallado culpable de fraude y condenado a cinco años y medio de prisión por el tribunal penal del Vaticano. Es el primer cardenal condenado por esta instancia.

A pesar de ello, Becciu nunca fue formalmente expulsado del Colegio Cardenalicio, lo que le permite participar en las reuniones previas al cónclave. Sin embargo, la Santa Sede lo ha calificado como “no elector”, lo que le impide votar en la elección del nuevo papa.
En declaraciones a un medio de su natal Cerdeña, el cardenal insistió en que “no hubo una voluntad explícita de excluirme del cónclave ni una solicitud de renuncia explícita por escrito”, y dejó entrever su deseo de participar. La decisión final quedará en manos del decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, y del cardenal Pietro Parolin.