Ante una Europa desesperada, Noruega quiere preservar su maná energético

AFP

Rica en hidrocarburos y electricidad, Noruega es cortejada por todos para ayudar a Europa a resolver su crisis energética, pero la solidaridad de Oslo tiene límites que molestan a sus vecinos.

El país escandinavo ya figuraba entre los principales exportadores de electricidad gracias a sus muchas presas y ahora ha destronado a Rusia como el primer proveedor de gas a Europa, principalmente por el recorte de las entregas de Moscú desde la invasión de Ucrania.

En el mar, las plataformas noruegas funcionan a toda máquina para compensar, en parte, el cierre del grifo ruso que ha desencadenado una lucrativa explosión de precios.

“La contribución más importante que puede aportar Noruega en la situación actual es mantener una producción elevada de gas en el futuro”, repite el ministro de Petróleo y Energía, Terje Aasland.

Gracias a diferentes ajustes y al lanzamiento de una fábrica de licuado de gas, el país pudo incrementar sus exportaciones de este recurso en un 8% este año hasta los 122,000 millones de metros cúbicos, según Aasland.

Tangelcialmente, los ingresos del petróleo y el gas del Estado pueden llegar a 1,5 billones de coronas (150.000 dólares) en 2022 y 1,9 billones el próximo año, pulverizando el récord del año anterior de 0,83 billones, según los cálculos del banco Nordea Markets.

– ¿Aprovechándose de la guerra? –

Guste o no, la crisis geopolítica en Europa se ha convertido en un negocio para el país, donde algunos temen quedar como un “aprovechado de la guerra”.

Ya en mayo, el primer ministro polaco Mateusz Morawiecki pidió a los noruegos “compartir estos beneficios excepcionales” y habló de un “saqueo indirecto de la guerra lanzada por Putin”.

Hasta ahora, Oslo hizo oídos sordos a los pedidos de limitar los precios del gas, poniendo el acento en su papel de proveedor fiable en contraste con Rusia, acusada de usar el gasoducto Nord Stream como arma política.

“Sin las importaciones procedentes de Noruega, la situación en el mercado europeo de gas hubiera sido todavía más grave”, destacó a AFP la secretaria de Estado de Energía, Elisabeth Saether.

Otro foco de preocupación para los países abastecidos por Noruega es que su gobierno sopesa limitar sus exportaciones de electricidad hacia Europa, que teme ya una escasez de cara al próximo invierno boreal.

Aunque no es miembro de la Unión Europea, Noruega está estrechamente asociada a ella a través de su pertenencia al Espacio Económico Europeo (EEE), un territorio de libre comercio en los países del bloque, Noruega, Islandia y Lietchenstein.

Además, su red eléctrica está conectada a la de sus vecinos nórdicos y a Alemania y Reino Unido a través de largos cables submarinos.

Pero después de dos años de lluvias escasas, sus presas solo están llenas al 69,1%, casi un 10% por debajo de lo normal, según la dirección de recursos hidráulicos y de energía del país (NVE).

Esto provocó un encarecimiento de la factura energética de hogares y empresas en el sur del país que, acostumbrados a un precio kilovatio/hora bajo, ahora recelan de la interconexión eléctrica con el extranjero.

Según los analistas del gabinete Volue Insight, los noruegos pagarían su electricidad un 25% más barata este invierno sin los cables puestos en marcha hace un año con Alemania y Reino Unido.

– Inquietudes nórdicas –

Mientras Oslo predica contra la tentación de replegarse en el comercio de la energía y permitir que los precios operen libremente en función de la oferta y la demanda, el tono es algo distinto en cuanto a los intercambios de electricidad.

“Para asegurar su abastecimiento, Noruega contempla medidas que puedan limitar las exportaciones a corto plazo cuando los niveles plurianuales de las presas son bajos”, dijo Saether. “Esto nunca se ha hecho”, añadió.

Las modalidades de estas restricciones no han sido decididas pero respetarán las reglas del EEE que garantizan la libre circulación interior de servicios y mercancías, incluida la electricidad, indicó Saether.

Esta perspectiva preocupa lo suficiente para que los operadores de las redes danesa, sueca y finlandesa emitieran una carta conjunta en agosto.

En ella, Energinet, Svenska Kraftnät y Fingrid denuncian que el proyecto noruego “no parece reconocer que es gracias a un mercado que funciona bien que el abastecimiento de electricidad se garantiza de forma más eficaz”.