Los empleados de salud afrontan “agotados” una nueva ola de covid en Francia

AFP

La primera ola de coronavirus los dejó física y emocionalmente exhaustos. Pero desde hace unas semanas, en el hospital de Montreuil, en un suburbio de París, los empleados de salud deben hacer frente a la llegada de cada vez más enfermos con covid-19.

La pandemia sigue ganando terreno en Francia. En las últimas 24 horas se contabilizaron más de 30.000 nuevos casos de covid, un récord. Un toque de queda nocturno entrará en vigor este viernes a medianoche en París y otras ocho grandes ciudades del país para intentar frenar la nueva ola.

Los servicios de emergencia son la puerta de entrada de los hospitales, donde se organiza la llegada de los pacientes. Un excelente puesto de observación. “La situación es realmente tensa”, admite preocupado el jefe de servicio, Hocine Saal.

Entre el 20 y el 30% de las 150 personas que llegan diariamente a urgencias son pacientes covid. La mayoría, con síntomas leves, son enviados a sus casas, pero cada vez son más los que son ingresados en el hospital de Montreuil, en Seine-Saint-Denis, uno de los departamentos franceses más golpeados por la primera ola de inicios de año.

Hace tres semanas, uno o dos pacientes con covid eran hospitalizados cada día. Ahora son cuatro a cinco.

Las ambulancias ya no llevan los casos más graves al hospital André Grégoire de Montreuil. La unidad de cuidados intensivos, que tiene 12 camas, está saturada y está ocupada exclusivamente por casos de covid.

El organismo regional de salud ha autorizado un aumento a 17 camas, pero esto es imposible debido a la escasez de personal.

“Es aterrador. Siento que vuelvo a marzo”, dice Hocine Saal. La situación es diferente, pero en parte peor. Porque durante el confinamiento que duró de marzo a mayo el número de pacientes no covid cayó drásticamente en la sala de emergencias.

“No es el caso hoy en día. El desafío es atender tanto a los pacientes covid como a los no covid. Es muy complejo. (…) Estaba más sereno en marzo”, explica el jefe de emergencias.

– En modo guerrero –

La unidad se ha organizado de tal manera para que los dos tipos de pacientes no se crucen entre sí. Cuatro cubículos individuales están reservados para los casos más graves de covid, antes de su hospitalización. Allí, las enfermeras abandonan la simple mascarilla quirúrgica para cubrirse con un delantal, se ponen zapatillas, un gorro, guantes y una mascarilla FFP2.

Marilyn Cerf, una enfermera de 30 años, recuerda la “buena voluntad de los equipos en la primavera”. “Queríamos ayudar a la gente. Era como una misión humanitaria. Nos tomamos muy pocos días libres”. “Dejamos de lado nuestra vida familiar”, dice esta madre de dos hijos.

“¿Valió la pena? Aún no tengo la respuesta”, dice la enfermera. “Me duele cuando ves a docenas de personas reunidas”. No se siente preparada para hacerlo de nuevo. “No podremos aguantar si vuelve a empezar como en marzo”, dice.

Son los mismos equipos que en primavera. “Los mismos equipos, pero agotados”, dice Hocine Saal. “Tienen…”. El jefe busca la palabra y la suelta: “Tienen miedo”.

“En marzo, di ánimos a mis equipos. Todos estaban en modo guerrero, gladiador. No podemos volver a hacerlo”, admite. Y no hay forma de que cancele las vacaciones de sus empleados, como el llamado “plan blanco” que fue reactivado en los hospitales autoriza.

Muchos están pensando en renunciar. Un médico, hospitalizado en cuidados intensivos después de haber sido contaminado, renunció. No ha habido ninguna nueva contratación desde mayo.

En este panorama sombrío hay una nota positiva. “Sabemos cómo apreciar mejor la gravedad de la condición de los pacientes con covid”, explica Marylin Cerf. “Hemos aprendido mucho. Nos podemos preparar mejor. Tan pronto como llega a la sala de emergencias sabemos a quién deberemos hospitalizar”, añade Hocine Saal.

¿El anuncio del toque de queda en la región parisina les da algo de esperanzas? “Soy consciente de las consecuencias económicas, (…) pero estoy del lado de la enfermera que ve llegar a los pacientes graves”, dice el jefe del departamento, antes de añadir: “Ya era hora de que hubiera una medida realmente fuerte.