Por segunda vez en menos de una semana, decenas de mujeres acudieron este martes a la residencia presidencial de México para expresar su indignación esta vez por el brutal asesinato de una niña de siete años en la capital, que sacude a un país habituado a la violencia.
El hallazgo del cuerpo de la niña con signos de tortura durante el fin de semana generó protestas el lunes en el colegio donde estudiaba, en su funeral, así como en las redes sociales con los hashtags #Justiciaparatodas y #Niunamenos.
Ataviadas con prendas negras, y algunas con el rostro cubierto, las mujeres exigieron este martes a las autoridades un alto a la impunidad y a la violencia de género. Las circunstancias del asesinato de la niña se desconocían en el momento de las manifestaciones.
Al grito de “¡Violan mujeres, protegen monumentos!”, las manifestantes exigieron al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador asumir su responsabilidad para frenar la violencia contra las mujeres.
“¡Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente!” y “¡los feminicidios son crímenes de Estado!”, gritaban algunas de ellas.
Poco después, hicieron un minuto de silencio por la menor asesinada y alzaron el puño para pedir justicia.
El viernes y sábado pasados, colectivos feministas protestaron también en el Palacio Nacional de México y por calles de la ciudad para exigir justicia y acciones concretas, tras el brutal asesinato de Ingrid Escamilla, de 25 años, apuñalada y desollada por su pareja hace unos 10 días en un barrio del norte de la capital.
“Quemaremos todos los monumentos y todas las paredes hasta que el gobierno nos haga caso”, dijo a la AFP una mujer que participó en la protesta del martes y que prefirió omitir su nombre.
“Es una rabia compartida y totalmente legítima. Hay una ola de violencia feminicida que se ve en todo el país y el gobierno ha sido omiso”, dijo por su parte Érika, otra de las manifestantes que prefirió no dar su apellido.