Las mascarillas resisten en Madrid pese al fin de su obligatoriedad

AFP

Otros grandes beneficiados por la medida eran quienes llevan gafas, hartos de los cristales constantemente empañados por el aliento.

Como Carmen Algora y María Jesús Remacha, dos amigas de Zaragoza que estaban de turismo en Madrid.

”Creo que tampoco hace falta ya, la hemos llevado mucho, mucho tiempo, y, sobre todo, la alegría [de quitársela] con las gafas, es un horror, un horror”, afirmaba Algora, secundada por su amiga.

”Confío en las personas que han estudiado, como son los epidemiólogos y todas esas personas, y si han dado la orden es porque no hay ningún peligro”, sostenía Remacha.

También estarán previsiblemente contentos los noctámbulos catalanes que esta noche vuelvan a ver sus locales de ocio reabrir.

Cataluña implantó algunas de las medidas más draconianas en España para combatir el auge de casos ligado a la variante ómicron, decretando, desde el 23 de diciembre, un toque de queda de 01h00 a 06h00, el cierre del ocio nocturno, y límites de aforo en restaurantes (50%) y en recintos deportivos y culturales (70%).

De todas estas medidas, sólo quedaba vigente la que afectaba a discotecas y bares de noche.

España resultó especialmente golpeada por el coronavirus, que ha dejado casi 95.000 muertos en dos años de pandemia.

Al mismo tiempo, su campaña de vacunación, ajena a las polémicas vividas en otros países, sobresale, con más de un 90% de la población mayor de 12 años inmunizada con la pauta completa.