AFP
La luna de miel entre Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump revela el pragmatismo económico del mandatario mexicano y su arriesgada apuesta por la reelección del presidente estadounidense en noviembre, estiman analistas.
Aunque la cita del pasado miércoles en Washington quebró todo pronóstico, con un republicano Trump que cambió su retórica antimexicana por una lluvia de elogios y gentilezas con el líder izquierdista, los beneficios de este romance serían de corto plazo.
En cambio, los perjuicios van desde la amenaza latente sobre comunidades migrantes mexicanas en Estados Unidos por las políticas hostiles de Trump -que ambos gobernantes rehuyeron abordar- hasta el papel diplomático de México.
“La visita de López Obrador es una señal de que el gobierno mexicano está deliberadamente dispuesto a ser utilizado por la campaña (electoral) de Donald Trump”, dijo a la AFP el analista político Carlos Bravo Regidor.
Durante su discurso en la Casa Blanca, López Obrador no dudó en hacer paralelos con expresidentes estadounidenses como Abraham Lincoln y Franklin Delano Roosevelt para graficar su entendimiento con Trump.
“Quise estar aquí para agradecerle (…) por ser cada vez más respetuosos con nuestros paisanos mexicanos”, afirmó el mandatario.
Frases como estas fueron “un comercial para la campaña de Donald Trump” que ya están siendo utilizadas como propaganda electoral, señaló Bravo Regidor.
– Pragmatismo –
El economista Macario Schettino ve probable que AMLO, como se le conoce por sus iniciales, acudiera forzado por la insistencia de Trump y los favores que le debe, pues Estados Unidos cubrió el faltante de México tras el recorte de producción petrolera decidido por la OPEP en abril pasado.
“Se sintió obligado a ir y ya una vez que tenía que ir trató de convertir la visita en algo que él también pudiera cosechar en México”, considera Schettino.
Evitar temas álgidos como migración, tráfico de drogas y armas o la construcción del polémico muro fronterizo entre ambos países impulsada por Trump, obedeció a que se buscaron “coincidencias” dejando las disputas fuera, explicó AMLO el viernes.
Para Bravo Regidor, obviar la compleja agenda migratoria indica que el gobernante mexicano “sabe que ahí no va a obtener nada y no va a cambiar nada”, y muestra niveles “insospechados” de pragmatismo en su relación con Trump.
“La principal prioridad de política exterior del gobierno de López Obrador ha sido llevarla bien con Donald Trump, no hacerlo enojar, y en eso ha sido muy exitoso”, afirma.
En ese tenor, los presidentes se limitaron a celebrar la entrada en vigor del T-MEC, el remozado pacto comercial que también integra Canadá y que motivó el encuentro.
El politólogo Gibrán Ramírez observa que aunque el asunto migratorio es un gran pendiente, la crisis económica por la pandemia de covid-19 hace “impostergable” procurar el incremento de la inversión que promete el T-MEC.
“Se trata de un acto de pragmatismo y de prudencia del presidente”, dijo Ramírez a la radio MVS.
– ¿Vota por Trump? –
Ante el daño potencial que Trump puede ejercer sobre México, y que ya blandió en el pasado con amenazas de elevados aranceles o cierre de fronteras, una luna de miel con AMLO puede ser positiva. Pero ¿a qué costo?
Schettino opina que López Obrador ha mostrado incomprensión absoluta de la política exterior al agriar su relación con el partido Demócrata, cuyo candidato, Joe Biden, lidera las encuestas para la presidencia estadounidense, y mermar años de esfuerzo diplomático para moderar el peso de Washington en sus decisiones.
“Esto deja a México en la imagen global otra vez, como se decía antiguamente, como un lacayo de Estados Unidos”, asegura.
Bravo Regidor aventura además un posible interés del izquierdista en la continuidad de Trump, un mandatario “anormal” frente a sus antecesores respecto a la agenda binacional.
La situación de la democracia o la estabilidad jurídica y económica, siempre presentes en la dinámica Washington-México, han sido relegadas durante el mandato del magnate, explica.
“Esos temas serían un dolor de cabeza para López Obrador. Está de alguna manera reconociendo que la anormalidad que representa la presidencia de Trump es muy buena para su gobierno”, sostiene.