AFP
“¿Están preparados para recuperar el control de nuestras escuelas?” grita en una manifestación Patti Menders, activista republicana que denuncia los programas escolares antirracistas que, según ella, enseñan a los niños blancos a verse como “opresores”.
“¡Sí!”, responde el centenar de manifestantes reunidos el fin de semana en el condado de Loudoun, un acomodado suburbio de Washington sacudido por la última batalla de la “guerra cultural” en Estados Unidos.
Después de su ofensiva contra el aborto y los transexuales, los conservadores se han enfrascado en los últimos meses en un combate contra la “teoría crítica de la raza”, que según ellos gana terreno en las escuelas públicas del país.
El término define una escuela de pensamiento que surgió en las facultades de Derecho de Estados Unidos a finales de la década de 1970 y que analiza el racismo como un sistema, con sus leyes y lógicas de poder, en lugar de los prejuicios individuales.
Sus detractores la utilizan como una expresión que simplifica los esfuerzos de los profesores para abordar episodios oscuros de la historia estadounidense, como la esclavitud y la segregación, y para combatir los estereotipos raciales.
Elizabeth Perrin, una madre del condado de Loudoun, cree que a los niños se les enseña desde los 7 años “a analizar todo a través del prisma del color de la piel, no de la personalidad”, y “a avergonzarse de ser blancos”, “a verse como opresores frente a los oprimidos”.
– “Revolución” –
Su discurso se hace eco del expresidente republicano Donald Trump, que el año pasado puso fin a la formación de los empleados federales en materia de divbersidad establecida por su predecesor Barack Obama.
“Están enseñando a la gente que este país es horrible, racista, se está enseñando a odiar el país”, había dicho, denunciando “una revolución radical en marcha en el ejército, las escuelas, etc”.
Desde entonces, al menos 16 estados republicanos, incluidos los populosos Texas y Florida, aprobaron o están en proceso de aprobar leyes para prohibir que las escuelas públicas enseñen la “teoría crítica de la raza”, arriesgando perder su financiación.
Aunque vagas, las leyes “ponen muy nerviosos a los profesores”, dice Dorinda Carter Andrews, que dirige el departamento de educación de la Universidad Estatal de Michigan.
“Se preguntan cómo van a poder hablar de la cuestión racial”, dice. El tema se “infiltró” naturalmente en las escuelas a raíz de las grandes manifestaciones que siguieron a la muerte del afroamericano George Floyd bajo las rodillas de un policía blanco en mayo de 2020, explica.
Al observar esta oleada antirracista, los responsables de las escuelas han empezado a impartir formación y a pensar en nuevos planes de estudio, y esto hace que algunos padres se sientan “incómodos”, dijo la mujer afroamericana.
– Debate político –
“Mis hijos hablan todo el tiempo de racismo”, aseguró a la AFP una mujer blanca de unos 40 años y quien no quiso dar su nombre, como la mayoría de los manifestantes. “Es como, ‘oigan, son racistas’. Viene de la escuela, tiene que parar”, protestó.
“La supremacía blanca es real”, replicó Liz Carroll, una contramanifestante que había escrito esas palabras en un cartel el sábado.
Esta madre blanca dice estar “avergonzada” por la actitud de sus vecinos, que interrumpen cada reunión de las autoridades escolares, hacen peticiones, manifestaciones, conceden entrevistas a medios conservadores y presentan demandas judiciales para promover su causa.
En otros lugares, el clima también es tenso.
La semana pasada, los alumnos de un instituto de Long Island, al norte de Nueva York, fueron abucheados por exigir, entre otras cosas, que los libros del plan de estudios incluyeran más autores de color.
Una profesora de un colegio privado de Nueva Jersey dimitió enfadada, acusando a su centro de “obligar a los alumnos a adoptar un estatus de privilegiados o de víctimas.”
“La mayoría de los críticos de la teoría crítica de la raza nunca la han leído”, dijo Jamel Donnor, profesor de ciencias de la educación de Virginia, para quien todo este debate es político. “Los republicanos necesitan esa patata caliente para mantener su base energizada”.