AFP
Los bomberos australianos consiguieron controlar los gigantescos incendios que destruyeron casi la mitad de los bosques de la isla Fraser, incluida en el Patrimonio Mundial de la Unesco.
Las fuertes precipitaciones de este fin de semana facilitaron la labor de los bomberos en esta isla, la más grande de arena del mundo, de 122 km de largo y tan solo separada de Australia continental por un estrecho de un kilómetro.
“Con la ayuda de una lluvia saludable y de la reacción masiva de los bomberos, el fuego está controlado”, tuitearon el domingo los servicios de gestión de incendios del Estado de Queensland.
Al parecer, los incendios, que empezaron hace dos meses, estuvieron provocados por un fuego prohibido.
Las autoridades están preocupadas por los riesgos de inundaciones en la costa oriental de Australia, relacionados con este fenómeno meteorológico, similar a un ciclón de categoría 1. Este conllevó fuertes precipitaciones y rachas de viento en las regiones turísticas de la Gold Coast y Byron Bay, donde una fuerte erosión amenaza la famosa playa de la ciudad.
Las tormentas llegaron una semana después de una fuerte ola de calor.
Según los científicos, el cambio climático agrava los fenómenos meteorológicos extremos en Australia, sobre todo los incendios forestales, los ciclones y la sequía.
La isla Fraser, también conocida por sus manadas de dingos (perros salvajes), fue incluida en el patrimonio mundial de la humanidad por sus “vestigios majestuosos de grandes selvas tropicales que crecen en la arena y la mitad de los lagos dunares de agua dulce del mundo”, según la Unesco.
También llamada K’gari (que significa “paraíso” en la lengua del pueblo aborigen, batjala), cada año atrae a centenares de miles de turistas.